miércoles, 25 de noviembre de 2015

FERNANDO LUIS SAN MARTIN - AGOSTO 2003



En agosto de 2003 en el programa radial "Retratos en la ciudad", Cristina Oller y Ricardo Debeljuh entrevistaron a quien estaba en ese entonces al frente del Museo Fotográfico de Quilmes, en una gestión que no su superó luego de su paso por esas salas. Luego fue desplazado, pero su compromiso con la imagen histórica de Quilmes continuó a lo largo de los años privadamente, como docente, con sus 5 libros, desde la radio (FM Elit, 97.1 MHz) y con las Jornadas Fotográficas e Históricas en Quilmes, que ya, en este 2015, alcanzó la 14ª temporada; con un nivel de personalidades de todos los rumbos del país y una calidad de temas, indiscutiblemente académicos. Pero vayamos al pasado para oir la voz de esta personalidad de la cultura quilmeña.
RETRATO
CRISTINA OLLER.- ¿Desde cuándo estás al frente del Museo Fotográfico?
FERNANDO SAN MARTÍN.- Hace unos cinco años que asumí como Director del Museo. La idea primaria fue dar un cambio
importante en lo que respecta al movimiento. Esto es, considerar que un museo no es un simple cofre que guarda antiguos tesoros, sino que se deben mostrar y analizar sus elementos. Desde esta concepción cada fotografía contiene una historia. Por ejemplo, descubrir detalles de las vestimentas de las distintas décadas, fisonomías de los inmigrantes, evolución de una calle; en un retrato, descubrir la mirada que quiso recoger el fotógrafo. Qué es lo que vio y qué quiso transmitir. A partir de éste concepto, es que se realizan constantemente muestras de fotógrafos quilmeños y nacionales, se dan clases sobre fotografía a ciento cincuenta alumnos, se proyectan una vez al mes películas argentinas, cabe agregar que soy coleccionista de ellas.
RICARDO DEBELJUH.- Lo tuyo es hacer historia en imágenes.
F. SM.- En 1989, Quilmes fue declarada Capital Provincial de la Fotografía, por una iniciativa de Enrico Olanza. Fue quien lo impulsó y mucho tuvo que ver el extraordinario trabajo de don Alcibíades Rodríguez. Este hombre no fue el primer fotógrafo que
tuvimos en Quilmes, pero gracias a su trabajo se tienen más de mil imágenes de la ciudad, que cuentan gran parte de su historia. Así las fotos tuvieron cada vez mayor importancia debido a que se convirtió en documentos que cuentan fehacientemente lo que sucedió en un momento y en un lugar determinado. 
C. O.- O sea que desde el principio tenés objetivo claros
F. SM.- Sí. Así es. También entendimos que el Museo debía recopilar fotografías contemporáneas. Anteriores gestiones desechaban ésta idea inclinándose sólo por las antiguas. Nosotros incorporamos fotos a color que forman parte de nuestra historia contemporánea y que tienen valor como cualquier otro documento. Son aportes para el futuro. Esto llevó a un trabajo destinado a
mejorar el ordenamiento del archivo fotográfico. Cuando comenzamos a hacerlo, todas las fotografías estaban en cajas de zapatos, dobladas, no caratuladas. No tenían su epígrafe correspondiente con el nombre del fotógrafo, la procedencia, fecha, etc. Gracias a los empleados que quieren al Museo como si fuera su casa se pudo organizar con orden práctico la totalidad del archivo.
Actualmente hay un catálogo, donde los que necesitan investigar algún tema, pueden encontrarlo de manera ordenada. Para ello, nos dan un par de días para que ubiquemos la foto dentro del archivo que dispone de seis mil ejemplares, y nosotros ubicamos la pieza. Cabe decir que se exhiben diariamente unas setenta fotos y que el resto están guardadas en ficheros de metal.
R.D.- Además de la fotografía, ¿qué otros hobbies tenés?
F. SM.- Por mis gustos musicales me han catalogado de “antiguo”. Mi pasión ha sido desde muy chico el cine, sobre todo la época de oro del cine argentino. Y a partir de escuchar temas de Lolita
Torres, Hugo del Carril o de Alberto Castillo, me empecé a apasionar por la música italiana, por orquestas de las décadas del 50 y 60, y comencé a coleccionar vinilos. Tengo una buena colección  de discos.
C. O.- ¿Qué es la fotografía para vos?
F. SM.- La fotografía, se define como “escribir con luz”. Tiene, al igual que la pintura, la posibilidad de crear y de transmitir. En lo personal, los retratos son el tipo de fotos que prefiero.
Sobre todo los personajes, a los que uno puede retratar, captando un mensaje, el clima en el cual está dispuesto el protagonista, en fin, su mundo. Hace unos años en oportunidad de un censo, tuve la ocasión de estar en un asentamiento en Villa Iratí. Y pude llegar con mi cámara a la vida de niños y madres, lo que dejó un retrato muy impactante. Allí es cuando la foto se convierte en un testimonio sin igual.
R. D.- ¿Cómo comenzaste con el cine, qué estudios hiciste?
F. SM.- En el año 1996, me recibí en el Instituto Nacional del Cine
y pude realizar algunos cortometrajes. Estuve como meritorio o asistente de producción en algunos largometrajes nacionales, como en “Casas de Fuego” junto a Miguel  Ángel Solá, con dirección de Juan Bautista Stagnaro, con éste fui a Misiones por la película “La Furia”, con Diego Torres. Estuve en el “Sueño de los héroes” de Sergio Renán y en cortometrajes junto a alumnos que finalizaban la carrera de cine en La Plata.
C. O.- ¿Cómo ves la situación de la cultura en la actualidad?
F. SM.- Nosotros, los argentinos contamos con una cultura heterogénea. Somos resultado de un crisol inmigratorio. El problema pasa por cómo nos han educado. Lo que le falta es un elemento fundamental, el respeto de la gente por lo cultural y por sus hacedores. Tenemos  una muy buena historia, no hay que
agregarle ni sacarle guerras ni batallas. Hemos tenido buenos presidentes, grandes próceres. Tenemos gente simple, sencilla que ha hecho mucho por nuestra cultura y por nuestra historia. Pero hoy, y sobre todo entre la juventud, la falta de respeto es una marca. Y lo digo aunque aún soy joven, pero los adolescentes, no todos por supuesto, no le tienen respeto a nada. Cuando enseñando fotografía, les muestro fotos de fines del siglo XIX el comentario pasa entre risotadas y simplezas como “¡que gorda!”; “¡esto es del tiempo de...!” Si les muestro una película argentina del 40, protestan: “¡y esta antigüedad vamos a ver!”  En definitiva, no se reconocen en la propia cultura. Y luego tenemos los gobernantes que nos merecemos, por no aprender a elegir de manera que nuestra elección nos beneficie para futuro.
R. D.- Te agradecemos la visita.
C.O.- Creemos que la elección que la Municipalidad hizo al ponerte al frente del Museo Fotográfico en esa casa que donó doña Gerónima Giles y Gaete de Mayol y que se comenzó con fotos de don Alcibíades Rodríguez, fue un acierto, pues no se pensó en acomodar a un afiliado consecuente, sino que se vio en tus cualidades la idoneidad y la capacidad.
F. SM.- Gracias ¡Muchas Gracias!


VER EN EL QUILMERO DEL:
jueves, 12 de junio de 2014. PRESENTACIÓN DE "AQUELLOS ANTIGUOS BIÓGRAFOS QUILMEÑOS" DE FERNANDO SAN MARTIN
martes, 6 de enero de 2015, QUILMES EN IMÁGENES FOTOGRÁFICAS 1873-1940
http://elquilmero.blogspot.com.ar/2015/01/quilmes-en-imagenes-fotograficas-1873.html/


De "Retratos en la ciudad". Ed Jarmat, 2006. Pág. 135
Desgrabación y compaginación Chalo Agnelli
 

LILIANA GUARAGNO, ESCRITORA - NOVIEMBRE 2003 - AGOSTO 2016

En octubre del 2015, en la Biblioteca Nacional tuve la satisfacción de ser uno de los presentadores del último libro de Liliana Guaragno, "La rebelión de los árboles". Escritora que admiro por su versatilidad, su literatura sorpresiva y efervescente. He seguido y sigo la obra de la profesora Guaragno, una creadora que se inició con las artes plásticas y se consagró con la Literatura. Liliana nos dejó en estas páginas su vida y, a pesar de tantas, partió definitivamente denjándonos un montón de silencios el domingo  21 de agosto de 2016. 
Este reportaje realizado por Cristina Oller y Ricardo Debeljuh en noviembre de 2003, nos muestra una Liliana de 16 años atrás.
CRISTINA OLLER.- Está en “Retratos en la Ciudad”, alguien que escribió estos versos: “Cuando tus ángeles se encuentran con mis ángeles / nos llevan en andas al paraíso, / luego nos regresan iluminados” Liliana Guaragno, escritora, profesora de Letras.
 LILIANA GUARAGNO.- ¡Una etapa mística! Eso es de “Final del día”. Sí, vivo de dar clases de Letras, de literatura. Me gusta

mucho hacerlo. Ese que leíste es del primer libro de poemas que me animé y que me dieron la oportunidad de publicar. Víctor Redondo que es el editor de ese libro me pidió poemas para un libro y le dije que no, que tenía pocos y en los pocos, menos que me parecían que se podían publicar. Entonces tomé unos cuentos breves que no sabía qué hacer con ellos. Eran como márgenes. Pequeños cuentos que me fueron apareciendo, porque si bien escribo cuentos breves no son tan breves como estos que algunos tienen unos diez reglones; entonces compaginé eso y creo que quedó bien el libro. Hay uno de los cuentos largo. Uno a modo de prólogo y otro que es más extenso. 
C.O.- No fue tu primer libro. Ya habías publicado “La mujer del sombrero rojo” en el 89.
L.G.- Ese fue el primer libro que pudo salir. En realidad no fue ni el primero ni el segundo. Fueron épocas complicadas para mí. Hasta que en determinado momento se dio la posibilidad que me abriera
nuevamente. Había estado muy encerrada hasta que me reintegré con amigos de antes, volví al Centro, volví a verme con compañeros de estudio y escritores amigos. Allí fue que empecé a publicar. Tarde. Ya no era muy joven. Hay dos libros que quedaron atrás. Uno es una novela que todos los veranos leo, me gusta, pero me digo que eso ya no va más, la cierro y la guardo. Uno va cambiando de poética y esa novela salió “latinoaméricana” y yo ya no quiero escribir eso. La estuve trabajando este año para ver que puedo hacer con ella. Es abundante material. Podría ser interesante, pero no sé, todavía está por verse. Y anterior tengo un libro de cuentos que ese sí lo estuve trabajando con más interés y que si bien no es como escribo hoy - ¡En realidad no sé cómo escribo ahora! - puede ser que ande en algún momento. El primer libro tiene que ver con cierta época. Es todo de cuentos. Algunos los recuerdo. A mí me cuesta mucho volver a leer mis libros. Los guardo y de vez en cuando los leo si tengo que presentarme en algún sitio donde me convocan como escritora.
C.O.- ¿Cómo se puede acceder a tus libros? ¿En las bibliotecas hay?
L.G.- En la biblioteca Sarmiento hay. No sé si del último. De “Baldío” no sé. “La mujer del sombrero rojo” y “Final del día” están. Y también en el Complejo Mariano Moreno. El último tendría que llevarlo y ese pequeño libro de poemas tipo plaqueta; aunque tiene más poemas de los que van en una plaqueta. De ese sólo se hicieron 100, nada más. Fueron editados en México. Luego tengo otra edición de otros 100 ejemplares que hicimos acá con mi hija con otro diseño. Así que hay 200 por ahí circulando. Están en alguna librería a $ 2. 
C.O.- ¿Y qué se siente cuando te encontrás con un libro tuyo en una librería? ¿Te ruborizás, seguís de largo...? 
L.G.- No, siento extrañeza. Ante el nombre y ante lo que hago. Es mío, pero no es mío. Si bien me hago responsable de lo que escribo. 
R.D.- ¿Es distinta la sensación cuando sacás el primer libro a cuando publicás el segundo, el tercero...? 
L-.G.- Es lo mismo. Con el primero, sí me pasó eso de la extrañeza. La no unión entre tu nombre y vos. Entre el nombre impreso y vos se da como una distancia. Eso me impacto la primera vez que estaba muy emocionada por la circunstancia original. Además,  lo presentó Estela Canto, escritora, traductora y que fuera una novia de Borges. Fue acá, en Quilmes. De modo que fue importante, ella lo había leído y le había gustado.

R.D.- ¿El libro es el resultado de trabajos dispersos o te decís “voy a escribir un libro”? 
L.G.- No. Por encargo sólo una vez me pidieron algo sobre trenes, pero luego no se publicó. Y gracias a ese pedido está allí. En realidad tenía algo hecho al respecto y el pedido me mandó a trabajar y lo hice. No escribo de primera tampoco. A veces una frase, un párrafo sí. Lo que hago en general es dejarlos descansar y después los releo y cuando me digo “esto puede andar” pongo la distancia entre el cuento y yo. Lo cual no quiere decir que no estén relacionados con mi vida o con las cosas que me suceden. La distancia se establece cuando ese yo expresivo y narcisista deja de estar. Y aparece otro, un yo mejor o distinto, o peor, ¡eh! Porque uno cuando escribe es como una actor, puede cometer un crimen, o hacer cosas malvadas, envidiar...
R.D.- ¡Quiénes son tus referentes?
L.G. – Felisberto Hernández, uruguayo, un autor por el cual he viajado un poco. Un escritor con mucho humor. Pero este es uno de los últimos. Los primeros fueron: Katering Mansfield, Virginia Wolf, James Joyce. Argentinos: Norah Lange, una escritora que tiene poco editado como “Cuadernos de Infancia” “La calle de enfrente”; Néstor Sánchez, un escritor poco conocido del 60. Lo que hace Cortazar lo radicaliza. Muy complicado para esta época. Y Silvina Ocampo que es una persona a la cual quisiera parecerme. Estos son mis referentes. 
C.O. - ¿Vas a leernos algo, no? 
L.G. – Bueno, sí. Es un poema. Es de “Los vientos amarillos” de 1997. Y dice: Luna, tu reflejo en el río. / El azul de esta noche / después de tanto orgullo. / Te dejabas deslizar por la avenida, por la rambla, / por el turbio horizonte, / entre huesos. / Te dejabas sostener / con la sola

certeza de la fragilidad. / Cuando los perros de la Ribera, / sus ladridos / te devolvieron a los ojos abiertos. / Estamos en abril dijiste / y es tan tarde. Un poema breve.
R.D.- Tenés actividad en talleres. 
L.G.- Empecé en la Mariano Moreno en el 85, pasé por la Sociedad Italiana y ahora estoy en el Colegio de Abogados los sábados de 10 a 12 y en el Círculo Médico los jueves. 

Con la artista plástica y escritora Sonia Otamendi, creadora y directora de la "Agenda del Sur" y el poeta Néstor Telechea.

R.D.- Explicale a los oyentes en qué consiste la actividad de taller.
 L.G. – Va gente que escribe, que le gusta escribir y gente lectora. Y si no lo es, la hacemos lectora. Se escribe con alguna pauta. Se
hacen trabajos muy libres. Y leemos ciertos autores a ver si les sacamos el secreto. Así como decía que me gustaría escribir como a Silvina Ocampo, tener algún efecto que tiene ella, descubrir lo que hace para lograr ese efecto. Tratamos de descubrir eso. Y nos motivamos, charlamos, discutimos, aparecen muchos temas y se escucha. Es una oreja que puede decir “eso suena mal, no me gusta tal cosa”. Se discute el texto y a veces salen trabajos muy buenos. Leemos. Este año leímos a Manuel J. Castilla, poeta salteño, a Rasqueta, un poeta actual, a Filloy el cordobés que murió a los 105 años, tan prolífico y poco conocido en Buenos Aires. También vamos a leer “El entenado” de Saer. Este año elegimos autores argentinos del siglo XX. 
C.O.- ¿Y hacen alguna publicación? 
L.G.- Si, a fin de año con los trabajos de los talleristas hacemos una pequeña publicación que presentamos en una fiestita... 

C.O.- Y sos profesora en distintos colegios. 
 L.G. - Estoy trabajando en terciaria únicamente. En el Normal para el profesorado de jardín de infantes y EGB y en un profesorado especial en Letras, el N° 50 de Berazategui. Doy literatura latinoamericana. Este año empecé con una literatura muy amplia: europea, nórdica, etadounidense, meridional y oriental. El cambio de programas ha juntado varias literaturas. Las materia Latinoamericana es también española y se hace muy amplio de modo que hay que seleccionar.
C.O.- ¿Responde el alumnado? ¿Hay interés? 
L.G.- Sí. Sobre todo en el de Lengua y Literatura hay interés. Estudian mucho las chicas. Las chicas digo porque son mayoría, aunque algunos muchachos hay. En los profesorados de Preescolar y EGB cuesta más que intervengan. Se da muy fragmentada la cuestión de la lengua y la literatura. Se trabaja con partes de lingüística, con partes de desarrollo del lenguaje en el niño, los niveles de la lectoescritura y con literatura, pero es un tanto fragmentado el asunto. De modo que a veces decae el interés, luego se levanta con los temas literarios, con los temas lingüísticos decae. 
R.D.- ¿Cuáles son los libros que más te gustaron o te gustan, los de cabecera? 
L.G. – El “Ulises” de James Joyce es uno que hasta el día de hoy lo puedo abrir en cualquier hoja releerla y sentirme reconfortada. De Silvina Ocampo, “Las furias”. De Norah Lange, “Antes que mueran” que es una novela de trama de textura, de pliegues, no pasa nada o pasa muy poco. De Cortázar me quedo con los cuentos. Más que con las novelas con los Cronopios... 
C.O.- A mí me gusta mucho “Los premios”. 
L.G.- Sí a mí también me gustó mucho. Es una buena novela. Sucede que él luego hace ese corte tratando de que la vanguardia entre en Buenos Aires. Y la hace entrar con “Rayuela”. Que fue un libro de cabecera mío entre los 60 y 70. Ya no está más en ese lugar. Uno lee, relee, crece y cambia de ideas, de gustos. 
C.O.- ¿Palabras preferidas? 
L.G. - ¡Ay! ¡Me dedico a las palabras pero no tengo preferidas!  En todo caso una frase de Macedonio Fernández muriéndose: “¡Ay cómo le cuesta a la materia transformarse!” 
C.O.- ¿Por qué tiene que leer la gente? 
L.G.- Si tiene que leer obligatoriamente, no creo. A mí me importa que se lea. Pero el que lee es porque le gusta, no tiene que haber obligación.
C.O.- Pero a veces hay como un prurito para llegar a los libros, cuesta... y no hablo de lo monetario. 
L.G.- El hábito hace que uno acceda al libro continuamente, compre libros. Pero yo me refiero en el área educativa que no debe haber obligatoriedad. En cualquier momento se puede leer un libro o pintar o escribir... 
C.O.- O sacarlo de la biblioteca del barrio, de la escuela... 
L.O.- Exactamente, pero para eso hay que tener a alguien con quien charlar de literatura. Alguien con quien conversar sobre lo que se lee, recomendarse mutuamente, comentarlo. La gente suele quedarse aislada de ciertas prácticas. Pues ve los libros, pero no sabe qué comprar, no está orientada. Si compra cualquier cosa para ver, puede ser un chasco. Generalmente leemos porque alguien leyó antes. 
R.D.- Ciertamente es necesaria la orientación. Muchas gracias Liliana Guaragno por tu visita y tu clase de literatura viva que nos diste. 
L.G.- Gracias a ustedes por la invitación.
VER EN LAS LETRAS DEL QUILMERO DEL
jueves, 25 de marzo de 2010, "DESPERFECTO" DE LILIANA GUARAGNO - UNA NOVELA PARA JOVENES
miércoles, 4 de septiembre de 2013, LILIANA GUARAGNO Y "EL HILO DE LA BOBINA"
viernes, 2 de octubre de 2015. LA REBELIÓN DE LOS ÁRBOLES" DE LILIANA GUARAGNO
Del libro "Retratos en la Ciudad"
Ed Jarmat, 2006 
Desgrabaciones y copaginación Chalo Agnelli




viernes, 23 de octubre de 2015

MARCELO MARCOLÍN (POETA)

El 3 de setiembre de 2011, hace cuatro años murió un poeta "sin pausas de silencios, sus palabras se escurren de las emociones que atraviesan a los hombres en la vida; a unos los despabilan a otros los abaten", Marcelo Marcolín, tenía 54 años. El pueblo no se quedó sin palabras, están sus libros y la memoria de quienes nos consideramos sus amigos de la vida. Hay hombres que son escuela en su pensamiento.
Esta entrevista se le hizo en el programa "Retratos en la Ciudad" de Cristina Oller y Ricardo Debeljuh en diciembre de 2004, ya hace 11 años.

RETRATOS EN LA CIUDAD
CRISTINA OLLER.- Le pedimos el saludo a nuestro invitado de hoy el poeta Marcelo Marcolín, un señor que ha publicado varios libros, revistas y que tiene mucho que ver con el quehacer cultural subterráneo desde hace mucho y sigue sosteniendo esa postura.
MARCELO MARCOLÍN.- Buenas noches. Muy contento de compartir con ustedes este espacio. 
RICARDO DEBELJUH.- Vamos a compartir “Que el viento borró tus manos” por Almendra un tema de Emilio del Güercio, un conocido de Marcelo Marcolín.
... ... ... 
R.D.- Contanos cómo fueron aquellos años setentistas y cómo se despertaron en vos tus inquietudes. 
M. M.- Nosotros, el Movimiento Subterráneo, veníamos con una influencia muy grande de lo que era el rock nacional y los beatniks
norteamericanos. En Plaza España hace apenas 32 años, se empiezan a juntar poetas, náufragos como les decíamos nosotros, a tocar la guitarra e intercambiar poemas escritos a máquina. Allí comienzan las primeras publicaciones con una influencia de una parte de la generación del 60, que estaba dividida en dos desde lo ideológico. Amigos que mantengo, que tenían una actitud contestaría desde la poesía como fue el grupo “Barrilete” con Santoro que está desaparecido, Marcos Silver, mi amigo; Carlos Patiño, otro amigo más, Gelman... Y otra parte llamados los “Mufados”, entre los que estaba Miguel Grimberg, que venía documentando desde los comienzos no sólo el rock nacional – la
época de La Cueva que fue el embrión del rock nacional - sino el de EEUU. Grimberg y su grupo hacían una revista que se llamaba “Ecos contemporáneos” y existía otra que se llamaba “Contracultura”. De ahí surge la idea de hacer revistas - en un comienzo se llamaba alternativas y luego subterráneas pues no se hacía únicamente contracultura sino que habiendo llegado los años duros de la dictadura circulaban por abajo - y que no eran sólo literarias; teníamos temas como la ecología cuando aún no se hablaba de eso. Esas revistas fueron las primeras que tocaron el tema. E incluso hubo revistas subterráneas ecologistas. En aquellos años hubo una represión dura de la policía en Plaza España y “Aquelarre” responde con el tema “Violencia en el Parque” De allí se pasa al Parque Rivadavia, al Parque Centenario y producido el golpe del 76 se acabaron los parques. Entonces comienza la otra movida, vía postal. Era grandiosa la red que habíamos tejido en todo el país y en los cinco Continentes. En el peor momento de la represión, que fue previo al mundial 78 con la consigna de limpiar
el país, había poco más de 300 publicaciones alternativas en la Argentina. Muchas zafando del control de los milicos y, así y todo, hubieron desaparecidos como Federico Quintana y compañeros poetas que estuvieron presos muchos años como Rafael Restaino y Jorge Reboredo que estuvo ocho años y cuando salió se suicidó, pero en realidad es como que lo mataron antes. Este movimiento tenía grandes diferencias con los sectores de la cultura y de la literatura política por eso no estamos en los libros y no se ha escrito nada sobre esto porque no acatábamos sus pautas. Sin embargo, tomábamos partido y muy fuerte. Recuerdo una palabras de Carlos Patiño en una autocrítica que él se hace en un encuentro de poesía donde dice: “Yo me exilié y cuando volví a la Argentina, reencontré la poesía, porque había unos locos que mientras yo estaba afuera mantuvieron la poesía viva como en un calefón la llama del piloto, entonces cuando llegó la democracia el calefón logró encenderse”.

Para nosotros con la vuelta a la democracia termina el movimiento subterráneo. Poco a poco se fue diluyendo, porque habíamos crecido, teníamos otros compromisos personales, teníamos militancia política. Yo la tuve y la sigo teniendo. Lo que quedó fue la esencia. Por la experiencia de lo beatniks norteamericanos nuestra historia pasaba por ir en tren de un pueblo a otro, a dedo, haciendo encuentros de poesía en plazas. Íbamos a Los Cardales de allí a Pergamino, a Santa Fe. Una vez hicimos un encuentro donde vino gente de Chubut. Toda la comunicación era vía postal. Fijamos una fecha para dentro de tres o cuatro meses, un lugar y ahí concurríamos. 
R.D.- Qué tarea dura, porque hoy con el correo electrónico donde hay hasta camaritas para ver la imagen del receptor es mucho más fácil y rápido llegar a todos lados. 
M. M.- Así es. Y, previniendo, sacábamos casillas de correo cuando nos encontrábamos que la correspondencia estaba abierta. Es verdad lo que decís sobre la comunicación hoy, nosotros esperábamos una carta de Noruega hasta seis meses. Pero era lindo el ritual de recibir y enviar cartas. 
C.O.- ¿Cuándo te afincaste en Quilmes? 
M. M.- Hace veinte años calculo. De pibe viví en Berazategui. Viví en muchos lados. 
C.O.- Contanos que tuviste que ver con la tapa de un disco, esa recopilación de temas tan lindos de Julio Lacarra que andaba haciendo falta en las bateas. Sabemos que es un trabajo de Oliveira. 
M. M.- Si son 19 temas se llama: “Julio Lacarra, un animal que canta y sueña” como el ciclo que está haciendo en el bar Tuñón y como la canción que él musicalizó de Armando Tejada Gómez. Yo trabajo con Julio diseñando desde hace tiempo y lo hice basado en una obra de Manuela Oliveira “Animalesco”. Es muy fácil trabajar cuando se tiene elementos de esa calidad. 
C.O.- También tuviste que ver con “Ejes del Sudeste”, la revista donde Julio estuvo varias veces, pues él siempre tiene tanto que contar. Con las actividades de “El Rodeo” y toda la movida cultural y social. 
M. M.- Si, ahora estamos armando un nuevo número con mucho esfuerzo en una situación económica que no es providencial para la cultura. Insertamos todo lo que en estos temas acontece en Quilmes y en Berazategui, allí desde el gran apoyo del municipio,  porque en Quilmes la cultura la sostienen los emprendimientos privados. ¡Hay 22 cafés literarios! 
R.D.- ¿Cómo fue tu desarrollo como escritor? 
M. M.- La influencia de pertenecer a un movimiento marca. Se vivía en un estado poético. La literatura para mí, y sobre todo la poesía, fue una elección en mi vida.  Nunca hice una poesía panfletaria. Trabajé mucho las imágenes. Un amigo decía que en los 70, los 80, la metáfora fue una necesidad. Creo que en poesía tengo un acercamiento a lo sensorial lo erótico. Esa es mi literatura. 
R.D.- ¿Con qué autores te identificás? 
M. M.- Me marcaron fuerte los integrantes de la generación beatnik norteamericana: Allen Ginsbourg, Berlingeti, Jack Guelbar que se me cruzaban con Antonin Artaud, Rimbaud, se me hacía un cocktail en la cabeza. Y los latinoamericanos: Vallejo, Neruda, Cortazar, aunque hay muy poca de su poesía. Cortazar me incluye mucho. 
R.D.- Estás trabajando en pos de una novela ¿Verdad? ¿Cuál es la temática? 
M. M.- Es ficción con muchos datos históricos de nuestra Argentina. Sucede entre los años 40 y 60. por ahora es un ejercicio porque nunca logré que aparezca el motivo de una novela. Escribí un cuento que se me hizo muy largo lo empecé a fraccionar y Patiño me dijo, esta es la novela. 
C.O.- Claro, como él le sucedió con la “Pallamay”. Y tus obras publicadas son: “Breves”, “La primera letra”, “El fantasma y los otros” (1978), “La coronación del príncipe mudo”(1980), “Matecocido” (1984), “Ángeles clandestinos”, “Siestas de Wincofón” (1999), “ Estrella de sal” (2001), “Esperando el último tren a Cañuelas” (2002) y estás  preparando para el 2005, “El viejo automóvil de los sueños”[1]. Además, estás en distintas antologías, escribiste columnas con cierta continuidad, leíste trabajos en nuestro país y en el extranjero ¿Dónde precisamente? 
M. M.- En Uruguay, en Nicaragua, en Brasil. Fue una experiencia muy linda, sobre todo en Nicaragua que es un país de volcanes, lagos y poetas. Fui recopilado en los lugares que anduve poemas de la gente. Es interesante la cantidad de poetas que surgen de todos los rincones de ese maravilloso y dolido país.
C.O.- De “Esperando el último tren a Cañuelas” voy a leer “Rostros en el viento”. Elegido al azar. 
Las sombras del Empir State se  asoman por la esquina de casa
Los soles de Costa Rica penetran por la ventana de la cocina
Los Pirineos se divisan desde el patio.
El rumor de la mañana despierta ensueños sobre los hombres.
Los cuerpos de agua han viajado desde la lejanía hasta el baño.
Nadie vendrá por la taza de café.
Nadie asomará su rostro en el espejo azul.
Los carteles de la ciudad anuncian una nueva historia  en el siglo.
Lejos del alma, el poema renace entre gritos indígenas y marcas aladas.
Copérnico tu capa roja entre las sombras del pasillo.
Tu mano rota entre las estatuas de viento.
Y vos, una estrella fugaz entre la multitud de cera. 
C.O.- ¿Qué te pareció el Encuentro Nacional de Poesía Quilmes 2004? 
M.M.- Participé. Fue una puesta interesante. La poesía es la cenicienta de la literatura y que se haya alcanzado esta apuesta tan trascendente por parte de Artenpie con el apoyo de la UNQUI, que le dio un marco diferente, académico. Lastima que los medios no se hicieron eco como deberían.
R.D.- ¿Qué te resulta más fácil, más cómodo, escribir desde la alegría o desde la tristeza? 
M.M.- Uno escribe en un estado de ánimo determinado no sé que es más fácil. Aunque sería más lindo escribir siempre sobre la alegría pero la tristeza influye. Me gusta la alegría. 
C.O.- ¿Qué pasará el 27 de noviembre en Caseros 1750, Centro Cultural del Sur, a las 20:30? 
M.M. – Se conmemoran los 30 años de la aparición de la revista “Mitomanía” una del las pioneras y la que más perduró de lo que fue la prensa subterránea de la que fui parte del equipo editor. Allí nos juntaremos unos cuantos poetas como Grimberg, Pipo Alernú, Daniel Ser, Luisa Aguirre, Bedo Baldi, más la música de Rodolfo García un ex Almendra - Aquellarre, Emilio del Güercio otro ex Almendra ya alguna sorpresita para homenajear a la poesía subterránea con músicos que le darán color a la cosa. El espectáculo se llama “Soplando en el viento”. Porque en el primer numero de “Mitomanía” la contratapa tenía la traducción de ese tema de Bob Dylan 
R-D.- Son nombres que integraron esa movida de artistas que  conmovieron a decenas de miles de jóvenes y, aún ya escuche mucho o poco, la música de Almendra o Aquellarre a muchos de nosotros nos quedó vivo el espíritu de esos años.
M. M.- En caso de Almedra todo lo que surge a partir de ellos, particularmente de Spineta, su trayectoria a través del tiempo fue demarcatoria. No se limitó a grabar un disco y ser conocido. Hay un artista completo en Spineta. 
R.D.- Exactamente. Vos antes nombraste a Artaud y Spineta sacó un disco basado en sus lecturas de ese poeta. Fue una de las maravillas del rock nacional. 
M. M.- En ese disco hay un tema que considero uno de los mejores del rock nacional, “Cantata”. 
C.O.- Contanos sobre “El ojo de la ballena”. 
M. M.- Fue una publicación que surge en el 78. Originalmente le iba a poner La ballena, pero surgió otro grupo que motivado por una gran matanza de ballenas tomó ese nombre, entonces opté por “El ojo de la ballena”, porque tenía vuelo. Tuvo distintos formatos. Fue tríptico, fue revista, fue mini carpeta de 10 x 10 y fue una editorial. Desde el 78 a la fecha se mantiene. Siempre hago algo con “El ojo de la ballena”. Lo último, el 14 de febrero de este año, fue una pequeña antología que hice en una especie de carpeta compacto de distribución gratuita, en conmemoración de Pajarito Sánchez, un poeta de Quilmes desaparecido. Hicimos un homenaje en El Monje. Ahora estoy haciendo señaladores y difundo distintos poetas. Salieron de Patiño, de Marcos Silver. “El ojo de la ballena” es una revista o ediciones por la poesía, no de poesía. Esa es la apuesta. 
C.O.- Ahora nos podrías leer vos, Marcelo. 
M. M..- De “El viejo automóvil de los sueños”, que va a salir en marzo o abril, “Numérica”. 
Todo su cuerpo son números:
             números espaciales perpetuamente tatuados.
A veces con forma de pelo, otra de ojos
            y muchas tantas de dientes.
Ella discute la matemática casi como una constante
y se convierte en sombra del uno, del dos
y demasiadas veces, como cinco,
                         del cinco.
Uno saborea su parte 62
y descubre el 25 en el inmenso placer
que otorga jugar en el 36.
Ella calma los números
                                     desvela incógnitas,
se enloquece a través del 57
               y se hunde en el éxtasis que el 22 le provoca.
Me muerde el 18.
Me mira el 14.
Me perfuma el 51.
veces la quise.
veces morí por ella.
                         20  veces la espero.
Sé que estoy en sus números:
           en el lugar del 27 ( o sea  en su corazón)
Por eso voy de un lugar a otro de sus álgebras
              sangrando ecuaciones imperfectas.
40 veces sueño en sus sueños,
eternamente resto pasiones a su pasado.
infinitamente deambulo por el futuro de sus propios laberintos
en la enésima pasión que su cuerpo otorga. 
R.D. – Poema del un libro que saldrá el año próximo. 
M. M.- Si publicado por una editorial que es una cooperativa de trabajo integrada por mucha gente joven, que se llama “Flor de cardo”. El año próximo largará una serie de poetas, escritores y yo con este libro. 
R.D.- Después de ese libro que sigue. 
M. M.- Seguir en la ruta. Como hasta ahora. Sin que nadie me perturbe. Haciendo encuentros de poesía, comunicándome, escribiendo. Dejar algo en el camino. Y el sábado 27 estaré en el Centro Cultural del Sur. 
R.D.- Gracias por estar acá y esta puerta sigue abierta para vos. 
M. M.- Gracias a ustedes, fundamentalmente porque gente como ustedes a través de estos espacios van reconstruyendo poco a poco lo que es nuestra cultura y nuestra memoria.

 Entrevista: Cristina Oller y Ricardo debeljuh
Desgrabación:_ Chalo Agnelli 
Director del blog
VER:

Ver en EL QUILMERO del sábado, 3 de diciembre de 2011, MARCELO MARCOLÍN - NO HAY SILENCIOS, SI HAY POESÍA http://elquilmero.blogspot.com.ar/2011/12/marcelo-marcolin-no-hay-silencios-si.html


NOTAS

[1] Se presentó el jueves 14 de mayo del 2005 en Casa de Arte Doña Rosa, con la presencia de Ricardo Maneiro, Carlos Patiño y Néstor Arias. Lecturas a cargo de Cristina Oller.