CRISTINA OLLER.- Comenzamos el diálogo con Roberto
Monicat. Un señor de la danza. Un quilmeño que muchos conocen, otros no y otros
tienen que redescubrir. Estando con una conocida surgió el tema de Roberto y me
dije tenemos que convocarlo para Retratos en la ciudad. Y aquí está para
charlar de lo que fue, de lo que hace y de los que seguirá haciendo, de todo.
Una personalidad y su mundo.
RICARDO DEBELJUH.- Roberto comentaba fuera de
micrófono que estaba un poco tenso y le dije que esta es una charla entre amigos
con un micrófono, pero de casualidad. Se puede furciar tranquilamente. ¿Cómo
fueron los comienzos? ¿Cómo fue elegida la danza? ¿Por qué?
ROBERTO MONICAT.- No es casualidad. Desde niño me gustó el
movimiento, saltar. La mía era una familia de emigrantes europeos, autríacos y
vascofranceses. Mi abuelo era profesor de violín. Fue director de orquesta en
Gálvez, Santa Fe. Tuvo alumnos de reconocida trayectoria. Mi madre también
tocaba el violín. De chicos escuchábamos ópera continuamente. Mi padre era un
ávido lector. Un día entre sus libros encontré uno sobre danza y comencé a
imitar la técnica con la ventaja de que mi físico se adaptaba con facilidad a
eso. Así nació la vocación. Hice la escuela secundaria y cuando terminé resolví
concretar mi vocación. Ayudado por un señor del Teatro Nacional que fue Roberto
Amigo, un gran quilmeño, que me aleccionó para que fuera a las grandes
academias de la Capital. Empecé con Érica Smedidova de allí pasé a María
Ruanova que fue directora del teatro Colón. Con ella hicimos un viaje a Europa.
Luego entré en un curso acelerado de hombres en el Colón. Y fui elegido para un
rol protagónico en el ballet Usher. Los protagonistas principales eran la
Ruanova y José Neglia. Yo hacía el doctor; rol que luego interpreté en París,
en el teatro de los Champs Elisee. Allí conocí a lo mejorcito de la danza de
aquel entonces como Olga Fontella, Barishnicof, Vasiliev, Nureyev. Y recibí
técnicas de los mejores maestros. En otrora toda esta gente venía a nuestro
Colón. Hoy está bastante desmerecido.
En definitiva conté con la base incomparable de mi
hogar. En una época en que un bailarín varón era mirado con mucho prejuicios.
Por suerte ahora no se tienen los pruritos que entonces. Entonces se puede
emprender la profesión con mayor relajación.
C.O.- Ponenos fechas, Roberto. Cuando hablaste de
María Ruanova, José Neglia, Usher. En que años fue.
R.M.- Hablamos de los 55; 59, que hicimos la primera
gira a Perú. Yo intervine en las tres giras importantes que hizo el Colón. Que
fueron en el 59 a Perú, en el 68 a París a un concurso de danza y en el 74, una
gira diseñada por mí, hicimos toda Latinoamérica. En la de París fue cuando
Neglia ganó la Estrella de Plata. Lamentablemente luego aconteció el lamentable
accidente aéreo en el que además de él, murieron Olga Fontella y otros
bailarines del Colón. Muchos años.
C.O.- Hermosos años. Pero no se repite ¿Por qué?
R.M.- Me acuerdo de las temporadas del año 47. En la
que venían grandes cantantes, bailarines, lo mejorcito del mundo llegaba al
Colón. Siempre a sala completa. Danza contemporánea, el Folies Berger. Además,
estaban lo espectáculo españoles como Teresa y Luisillo, Rosario y Antonio, la
faraona Carmen Amaya, todos. Y todo esto me nutría. Entre mis compañeros
recuerdo a Elenita Frondizi que luego fue alumna mía en Wilde, donde tuve mi
primer estudio. Con ella trabajamos en el ballet de la cubana Alicia Alonso,
una virtuosa de la danza. Allí también tuve de alumna a una hija de Lanusse.
Luego me instalé en el Barrio Parque de Bernal por
donde pasaron muchísimos alumnos. Di clases en la Sociedad Italiana Cristóforo
Colombo. Me fascinó enseñar, puse en eso mi alma y mi vida.
... ... ...
C.O.- Escuchamos a Chopin en la Polonesa Opus 22 por
la Orquesta Sinfónica de Radio Berlín. ¡Qué hermosa música! No te vamos a pedir
que la dances, Roberto.
R.M.- Soy capaz.
R.D.- Vamos a tener el placer de comprobarlo cuando
tengamos nuestro programa de televisión.
R.M.- Me gustaría que este programa diera pie para
concretar un proyecto con el que sueño, la Escuela de Danza, Música y Canto. Es
muy fácil realizarlo. Se necesita un predio, que puede ser de una herencia
vacante. Con un piso adecuado pues tiene que tener flexibilidad, un piano,
baños, vestuarios. Seleccionar al alumnado de acuerdo a la experiencia y los años. Se podrían traer profesores
quilmeños como Vera Stankaitis y de
afuera. Vera es la más idónea en el ámbito de Quilmes. Ofelia de Temperley [1]se
abocó más a la academia de baile que a la formación
artística. Presenté este proyecto, pero no fue entendido. No es de prioridad según
ellos.
R.D.- Es que la cultura en los últimos 15 años decayó
significativamente. Pero este programa puede servir para que todos los que se
interesan, sean cantantes, bailarines, músicos, se contacten se asocien y por
peso propio se podría formalizar la idea.
R. M.- Lamentablemente los bailarines no tenemos la oportunidad
de quedar en la memoria histórica como lo pueden hacer un plástico, un
escritor, un músico, un escultor. Lo nuestro se esfuma en el aire. Por más que
quede grabado en un video no es lo mismo. El sentir, la transustanciación del
momento de la creación de un rol determinado no queda fijada en la imagen como
lo sería en la presencia viva. Además, los filmes que he visto de bailarines de
otros tiempos resultan ridículos pues cambió el físico, la técnica, el
vestuario. No pasa lo mismo con la pintura con la obra literaria, la música con
el paso del tiempo tiene más valor.
R. D.- ¿Recuerdos y anécdotas?
R. M.- Lindos eran aquellos en los que a uno lo elegían para un rol. En los que
hasta uno no dormía desde unos días antes. Feos los opuestos. Feos los cuidados
que uno debía tener con el cuerpo, no era mi caso particular pues en poco
tiempo podía adecuar mi cuerpo a las exigencias del rol, pero recuerdo que
otros de mis compañeros sufrían mucho por eso. Buenos recuerdos tuve muchos y
malos también.
C. O.- ¿Parteners, compañeros preferidos?
R.M.- Tamara Tumanova, Maria Ruanova, Barishnicof,
Nijinsky, Marcova, Mickel Summers, Margot Fontain, muchos, muchos. Entre los coreógrafos
Tamara Grigorieva, Miasin... ¡Maravillas!
R.D.- ¿Qué pasa detrás de escena? ¿Vivió situaciones
insólitas o graciosas...?
R.N. - Recuerdo que en la ópera Boris Gudunov, en un
baile de aldeanos, pierdo la peluca, todos se ponen alerta y en el tumulto me
la encontraron, me la puse y seguí bailando, todo sin salir de escena. Otro
caso el de “La Dama y el Unicornio” - una obra basada en unos tapices
ingleses - yo estaba en la platea con Olga Ferri, en un momento que bailaban María
Ruanova con Margarita Fernández; que suplía circunstancialmente a la Ferri, la
titular del rol, de pronto Margarita Fernández
sufre una lesión, Olga Ferri se da cuenta y sale disparando, va al vestuario,
se cambia y mientras tanto María Ruanova improvisaba una variación hasta que saliese
la que vendría a ser la Dama. Todo sucedió en pocos minutos y salvo el público experto
muchos no lo advirtieron.
Otras veces hacíamos maldades como durante la ópera
Sansón y Dalila en que el palacio caía en ruinas y nosotros en el tumulto que
se producía en la escena le tirábamos los pedazos de telgopor, que simulaban mampostería,
al foso donde estaban los músicos.
C.O.- Querés mucho a Quilmes ¿No?
R.M.- Por supuesto. Nací en Quilmes y viví toda la vida
aquí. Conocí el Quilmes de los 40; de los 50 ¡La vieja Ribera! Miro el edificio
de la Casa de la Cultura, donde asistí a tantos bailes en esos hermosos
salones; una obra arquitectónica de esa talla y se encuentra en un estado
deplorable, prácticamente destruido; de la mampostería del frente y los techos
salen yuyos, plantas descomunales. Es tristísimo. Como puede ser que estando la
Escuela de Bellas Artes allí, donde asisten personas que quieren llegar a ser
artistas, ellos mismos no han hecho un proyecto para recuperar ese edificio
histórico. Y las autoridades ¿Qué han hecho? Prometen, pero no se concreta
nada. Los museos, las plazas ¡Qué decir de las calles! Y como eso muchas cosas
más...
R. D.- ¡Y hace poco se cayó un techo de uno de los
salones de la Morel!
C.O.- Ese deterioro, vos contabas, que lo viste
también en el Teatro Colón. Es el correlato de la Argentina de los últimos
tiempos.
R.M.- La mediocridad nos invadió y esos, los
mediocre, son los que obstaculizan la labor de los capaces, los idóneos.
C.O.- Aprender junto a vos, Roberto, fue una experiencia
incalculable. De eso no hablamos nada. Fue delicioso. Te lo digo públicamente porque
sos merecedor. Y volvé a la enseñanza. Ojalá que alguien haya escuchado tu
proyecto de una Escuela de Danza, Música y Canto, con rigor artístico.
R.M. – Te agradezco y te digo que nunca creí que mis
alumnos puedan tener aún tanto reconocimiento por lo que yo les di. Quizá
porque lo hice con el alma y desde el amor. Esas actitudes son las que me
sorprenden y me gratifican.
R.D. – Así con este intento que tiene Retratos en la
Ciudad de reconocer y hermanar a todos los artistas y personalidades de la
cultura quilmeña, te agradecemos la presencia y te despedimos hasta la próxima.
Cristina Oller y Ricardo Debeljuh
"Retratos en la ciudad" Julio de 2003
Desgrabación y compaginación Chalo Agnelli
"Retratos en la ciudad" Julio de 2003
Desgrabación y compaginación Chalo Agnelli
NOTAS
[1] Ofelia Vidal Amat de Temperley.
Nacida el 10 de abril de 1915. Bailarina y profesora de danzas de larga
trayectoria educativa en esa disciplina en Quilmes. Falleció hace pocos años.
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