En octubre del 2015, en la Biblioteca Nacional tuve la satisfacción de ser uno de los presentadores
del último libro de Liliana Guaragno, "La rebelión de los
árboles". Escritora que
admiro por su versatilidad, su literatura sorpresiva y efervescente. He seguido
y sigo la obra de la profesora Guaragno, una creadora que se inició con las
artes plásticas y se consagró con la Literatura. Liliana nos dejó en estas páginas su vida y, a pesar de tantas, partió definitivamente denjándonos un montón de silencios el domingo 21 de agosto de 2016.
Este reportaje realizado por
Cristina Oller y Ricardo Debeljuh en noviembre de 2003, nos muestra una Liliana
de 16 años atrás.
CRISTINA OLLER.- Está en “Retratos en la
Ciudad”, alguien que escribió estos versos: “Cuando tus ángeles se encuentran
con mis ángeles / nos llevan en andas al paraíso, / luego nos regresan
iluminados” Liliana Guaragno, escritora, profesora de Letras.
LILIANA GUARAGNO.- ¡Una etapa mística! Eso es de “Final del día”. Sí,
vivo de dar clases de Letras, de literatura. Me gusta
mucho
hacerlo. Ese que leíste es del primer libro de poemas que me animé y que me
dieron la oportunidad de publicar. Víctor Redondo que es el editor de ese libro
me pidió poemas para un libro y le dije que no, que tenía pocos y en los pocos,
menos que me parecían que se podían publicar. Entonces tomé unos cuentos breves
que no sabía qué hacer con ellos. Eran como márgenes. Pequeños cuentos que me
fueron apareciendo, porque si bien escribo cuentos breves no son tan breves
como estos que algunos tienen unos diez reglones; entonces compaginé eso y creo
que quedó bien el libro. Hay uno de los cuentos largo. Uno a modo de prólogo y
otro que es más extenso.
C.O.- No fue tu primer libro. Ya habías publicado “La mujer del sombrero
rojo” en el 89.
L.G.- Ese fue el primer libro que pudo salir. En realidad no fue ni el primero ni
el segundo. Fueron épocas complicadas para mí. Hasta que en determinado momento
se dio la posibilidad que me abriera
nuevamente. Había estado muy encerrada
hasta que me reintegré con amigos de antes, volví al Centro, volví a verme con
compañeros de estudio y escritores amigos. Allí fue que empecé a publicar.
Tarde. Ya no era muy joven. Hay dos libros que quedaron atrás. Uno es una
novela que todos los veranos leo, me gusta, pero me digo que eso ya no va más,
la cierro y la guardo. Uno va cambiando de poética y esa novela salió “latinoaméricana”
y yo ya no quiero escribir eso. La estuve trabajando este año para ver que
puedo hacer con ella. Es abundante material. Podría ser interesante, pero no
sé, todavía está por verse. Y anterior tengo un libro de cuentos que ese sí lo
estuve trabajando con más interés y que si bien no es como escribo hoy - ¡En
realidad no sé cómo escribo ahora! - puede ser que ande en algún momento. El
primer libro tiene que ver con cierta época. Es todo de cuentos. Algunos los
recuerdo. A mí me cuesta mucho volver a leer mis libros. Los guardo y de vez en
cuando los leo si tengo que presentarme en algún sitio donde me convocan como
escritora.
C.O.- ¿Cómo se puede acceder a tus libros? ¿En las bibliotecas hay?
L.G.- En la biblioteca Sarmiento hay. No sé si del último. De “Baldío”
no sé. “La mujer del sombrero rojo” y “Final del día” están. Y también
en el Complejo Mariano Moreno. El último tendría que llevarlo y ese pequeño
libro de poemas tipo plaqueta; aunque tiene más poemas de los que van en una
plaqueta. De ese sólo se hicieron 100, nada más. Fueron editados en México.
Luego tengo otra edición de otros 100 ejemplares que hicimos acá con mi hija
con otro diseño. Así que hay 200 por ahí circulando. Están en alguna librería a
$ 2.
C.O.- ¿Y qué se siente cuando te encontrás con un libro tuyo en una librería?
¿Te ruborizás, seguís de largo...?
L.G.- No, siento extrañeza. Ante el nombre y ante lo que hago. Es mío, pero
no es mío. Si bien me hago responsable de lo que escribo.
R.D.- ¿Es distinta la sensación cuando sacás el primer libro a cuando
publicás el segundo, el tercero...?
L-.G.- Es lo mismo. Con el primero, sí me pasó eso de la extrañeza. La no
unión entre tu nombre y vos. Entre el nombre impreso y vos se da como
una distancia. Eso me impacto la primera vez que estaba muy emocionada por la
circunstancia original. Además, lo presentó Estela Canto, escritora,
traductora y que fuera una novia de Borges. Fue acá, en Quilmes. De modo que
fue importante, ella lo había leído y le había gustado.
R.D.- ¿El libro es el resultado de trabajos dispersos o te decís “voy a
escribir un libro”?
L.G.- No. Por encargo sólo una vez me pidieron algo sobre trenes, pero luego
no se publicó. Y gracias a ese pedido está allí. En realidad tenía algo hecho
al respecto y el pedido me mandó a trabajar y lo hice. No escribo de primera
tampoco. A veces una frase, un párrafo sí. Lo que hago en general es dejarlos
descansar y después los releo y cuando me digo “esto puede andar” pongo
la distancia entre el cuento y yo. Lo cual no quiere decir que no estén
relacionados con mi vida o con las cosas que me suceden. La distancia se
establece cuando ese yo expresivo y narcisista deja de estar. Y aparece otro, un yo mejor
o distinto, o peor, ¡eh! Porque uno cuando escribe es como una actor, puede
cometer un crimen, o hacer cosas malvadas, envidiar...
L.G. – Felisberto Hernández, uruguayo, un autor por el cual he viajado un
poco. Un escritor con mucho humor. Pero este es uno de los últimos. Los
primeros fueron: Katering Mansfield, Virginia Wolf, James Joyce. Argentinos:
Norah Lange, una escritora que tiene poco editado como “Cuadernos de
Infancia” “La calle de enfrente”; Néstor Sánchez, un escritor poco conocido
del 60. Lo que hace Cortazar lo radicaliza. Muy complicado para esta época. Y
Silvina Ocampo que es una persona a la cual quisiera parecerme. Estos son mis
referentes.
C.O. - ¿Vas a leernos algo, no?
L.G. – Bueno, sí. Es un poema. Es de “Los vientos amarillos” de 1997. Y
dice: Luna, tu reflejo en el río. / El azul de esta noche / después de tanto
orgullo. / Te dejabas deslizar por la avenida, por la rambla, / por el turbio
horizonte, / entre huesos. / Te dejabas sostener / con la sola
certeza
de la fragilidad. / Cuando los perros de la Ribera, / sus ladridos / te
devolvieron a los ojos abiertos. / Estamos en abril dijiste / y es tan tarde. Un poema breve.
R.D.- Tenés actividad en talleres.
L.G.- Empecé en la Mariano Moreno en el 85, pasé por la Sociedad Italiana y
ahora estoy en el Colegio de Abogados los sábados de 10 a 12 y en el Círculo
Médico los jueves.
Con la artista plástica y escritora Sonia Otamendi, creadora y directora de la "Agenda del Sur" y el poeta Néstor Telechea. |
R.D.- Explicale a los oyentes en qué consiste la actividad de taller.
L.G. – Va gente que escribe, que le gusta escribir y gente lectora. Y si no lo
es, la hacemos lectora. Se escribe con alguna pauta. Se
hacen
trabajos muy libres. Y leemos ciertos autores a ver si les sacamos el secreto.
Así como decía que me gustaría escribir como a Silvina Ocampo, tener algún
efecto que tiene ella, descubrir lo que hace para lograr ese efecto. Tratamos
de descubrir eso. Y nos motivamos, charlamos, discutimos, aparecen muchos temas
y se escucha. Es una oreja que puede decir “eso suena mal, no me gusta tal
cosa”. Se discute el texto y a veces salen trabajos muy buenos. Leemos. Este
año leímos a Manuel J. Castilla, poeta salteño, a Rasqueta, un poeta actual, a
Filloy el cordobés que murió a los 105 años, tan prolífico y poco conocido en
Buenos Aires. También vamos a leer “El entenado” de Saer. Este año elegimos
autores argentinos del siglo XX.
C.O.- ¿Y hacen alguna publicación?
L.G.- Si, a fin de año con los trabajos de los talleristas hacemos una
pequeña publicación que presentamos en una fiestita...
C.O.- Y sos profesora en distintos colegios.
L.G. - Estoy trabajando en terciaria únicamente. En el Normal para el
profesorado de jardín de infantes y EGB y en un profesorado especial en Letras,
el N° 50 de Berazategui. Doy literatura latinoamericana. Este año empecé con
una literatura muy amplia: europea, nórdica, etadounidense, meridional y
oriental. El cambio de programas ha juntado varias literaturas. Las materia
Latinoamericana es también española y se hace muy amplio de modo que hay que
seleccionar.
C.O.- ¿Responde el alumnado? ¿Hay interés?
L.G.- Sí. Sobre todo en el de Lengua y Literatura hay interés. Estudian mucho
las chicas. Las chicas digo porque son mayoría, aunque algunos muchachos hay.
En los profesorados de Preescolar y EGB cuesta más que intervengan. Se da muy
fragmentada la cuestión de la lengua y la literatura. Se trabaja con partes de
lingüística, con partes de desarrollo del lenguaje en el niño, los niveles de
la lectoescritura y con literatura, pero es un tanto fragmentado el asunto. De
modo que a veces decae el interés, luego se levanta con los temas literarios,
con los temas lingüísticos decae.
R.D.- ¿Cuáles son los libros que más te gustaron o te gustan, los de
cabecera?
L.G. – El “Ulises” de James Joyce es uno que hasta el día de hoy lo
puedo abrir en cualquier hoja releerla y sentirme reconfortada. De Silvina
Ocampo, “Las furias”. De Norah Lange, “Antes que mueran” que es
una novela de trama de textura, de pliegues, no pasa nada o pasa muy poco. De
Cortázar me quedo con los cuentos. Más que con las novelas con los Cronopios...
C.O.- A mí me gusta mucho “Los premios”.
L.G.- Sí a mí también me gustó mucho. Es una buena novela. Sucede que él
luego hace ese corte tratando de que la vanguardia entre en Buenos Aires. Y la
hace entrar con “Rayuela”. Que fue un libro de cabecera mío entre los 60
y 70. Ya no está más en ese lugar. Uno lee, relee, crece y cambia de ideas, de
gustos.
C.O.- ¿Palabras preferidas?
L.G. - ¡Ay! ¡Me dedico a las palabras pero no tengo preferidas! En todo
caso una frase de Macedonio Fernández muriéndose: “¡Ay cómo le cuesta a la
materia transformarse!”
C.O.- ¿Por qué tiene que leer la gente?
L.G.- Si tiene que leer obligatoriamente, no creo. A mí me importa que se
lea. Pero el que lee es porque le gusta, no tiene que haber obligación.
C.O.- Pero a veces hay como un prurito para llegar a los libros, cuesta... y
no hablo de lo monetario.
L.G.- El hábito hace que uno acceda al libro continuamente, compre libros.
Pero yo me refiero en el área educativa que no debe haber obligatoriedad. En
cualquier momento se puede leer un libro o pintar o escribir...
C.O.- O sacarlo de la biblioteca del barrio, de la escuela...
L.O.- Exactamente, pero para eso hay que tener a alguien con quien charlar de
literatura. Alguien con quien conversar sobre lo que se lee, recomendarse
mutuamente, comentarlo. La gente suele quedarse aislada de ciertas prácticas.
Pues ve los libros, pero no sabe qué comprar, no está orientada. Si compra
cualquier cosa para ver, puede ser un chasco. Generalmente leemos porque
alguien leyó antes.
R.D.- Ciertamente es necesaria la orientación. Muchas gracias Liliana
Guaragno por tu visita y tu clase de literatura viva que nos diste.
L.G.- Gracias a ustedes por la invitación.
VER EN
LAS LETRAS DEL QUILMERO DEL
jueves, 25 de marzo de
2010, "DESPERFECTO" DE LILIANA
GUARAGNO - UNA NOVELA PARA JOVENES
miércoles, 4 de
septiembre de 2013, LILIANA GUARAGNO Y "EL HILO DE LA BOBINA"
viernes, 2 de octubre de 2015. LA REBELIÓN DE LOS ÁRBOLES" DE LILIANA GUARAGNO
viernes, 2 de octubre de 2015. LA REBELIÓN DE LOS ÁRBOLES" DE LILIANA GUARAGNO
Del libro "Retratos en la Ciudad"
Ed Jarmat, 2006
Desgrabaciones y
copaginación Chalo Agnelli
Lamento enterarme por esta nota, Después de tanto tiempo, que Liliana ya no está. He aprendido tanto junto a ella, hemos pasado tiempos hermosos de talleres en la Sociedad Italiana de Quilmes y la biblioteca Mariano Moreno. Que.pre la nombro con cariño y la recuerdo, hoy releí uno de sus libros y por eso quise saber de ella y llegue hasta aquí. Siempre estar a en mi como recuerdo y en cada palabra que escriba. Mirian Caffaratti.
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