Hay muchas librerías, pero hay pocos libreros. Uno de esos libreros paradigmáticos fue Héctor Yánover "librero establecido", como él se apodaba, quien desde su mítica librería de la calle Las Heras en la Capital Federal, ejercía sus tres íntimas vocaciones: la de lector, la de bibliólatra y la de escritor. Decía: "Un librero es un hombre que cuando descansa lee; cuando lee, lee catálogos de libros, cuando pasea, se divierte frente a las vidrieras de otras librerías, cuando va a otras ciudad, otro país, visita libreros y editores..."
Pues en Quilmes también tenemos libreros que se aproximan a ese cuño, Néstor Arias y el aquí entrevistado por Cristina Oller y Ricardo Delbeljuh, en su programa "Retratos en la Ciudad" en mayo de 2003, Miguel Ángel Morelli. La séptima nota que aparece en el libro homónimo publicado en 2006, el cual EL QUILMERO intenta recuperar en esta página.
RECITA CRISTINA OLLER.-
Escrito
en las paredes de la locura.
Con destellos de mundo he construido esta sombra
reservándome un perfil de sustancia arbitraria.
Con migajas de infinito, me he levantado en idea
para darle a la vigilia el
albur del pensamiento.
Después, sólo después, he sido resto,
el devenir de las cosas, un decir, otra mirada.
Ahora, hundido en vértigos de terribles contornos,
vuelvo a ser esta sombra que dibujo y me acorrala.
Del
libro “Fragmentos de un cielo impenetrable” de Miguel Ángel Morelli
RICARDO DEBELJUH.- Le damos la bienvenida a nuestro invitado de hoy.
MIGUEL ÁNGEL MORELLI.- Buenas
noches. Estoy muy contento de estar con ustedes. ¿Yo escribí eso? CRISTINA OLLER.- Sí señor. M.A.M. ¡Caramba, no está mal! Se
me habrá escapado. C. O.– Y hay muchas otras cosas
tan lindas. En este libro, en “Los signos de fuego” y en uno que no
tengo: “Piedra blanca sobre piedra negra”
M.A.M.- Ese conviene olvidarlo. Es
el primer libro que “cometí”.
C. O.- ¿Es el que tiene el poema
con el que Tacho hizo una hermosa canción?
M.A.M. – No ese, si no me
equivoco, está en el segundo libro.
C. O.-Y, además, tiene buena
prosa.
M.A.M. Uno hace lo que puede. En
realidad escribo porque no me queda más remedio. E intento escribir lo mejor
que puedo. Bueno hasta allí llegamos, vio. Es lo que hay.
C.O.- Además, es bueno que
conozca la gente que tenés una faceta de periodista.
M.A.M.- Te voy a contar algo. Yo
nací en un pueblo del interior, Coronel Suárez, y en el patio de mi casa, según
cuentan algunas vecinas, mis amigos jugaban al fútbol y yo
hacía la transmisión
del partido. No jugaba porque era un pata dura terrible. O me levantaba a las
siete de la mañana y hacía mis carreras de coches simulando los grandes premios
del automovilismo que en esa época eran muy importantes y los transmitía. Y
todos me decían que iba a ser periodista. Y cuando estaba en el 1° año del
secundario hice mi primera nota en el diario de pueblo y no paré nunca de
escribir. Y jamás se me pasó por la cabeza que iba a ser escritor o librero.
Jamás. Creo que el tema de la literatura, esto de escribir con cierto rigor y
metódicamente, me pico los últimos años
del secundario y ya en la facultad.
R.D. ¿Cómo te motivás para
generar una obra?
M.A.M. – La poesía me asalta. Uno
siente que hay una voz que empieza trabajar adentro, que no se la reconoce ni
se sabe de dónde viene, pero lo concreto es que se instala y luego viene el
alumbramiento. Con el tiempo aprendí a no exigirle nada y a no reprimirla.
Porque al principio, esto a uno lo sorprende, pues no sabe muy bien qué es. Es
algo que ronda semanas, meses... Ahora hace mucho tiempo que no hago
poesía.
También aprendí a no desesperarme en épocas de sequía, ya vendrá... ¡O no! El
mundo no va a perder nada si yo dejo de escribir.
A
veces, también, el disparador es una frase que tiene que ver con mis
obsesiones, esos temas que siempre están dando vueltas, algo que vi, que
escuché, que se me ocurrió. Antes se hablaba de esas voces interiores con
cierta significación mística, y bueno, quizá algo de eso es cierto.
El
cuento es distinto. Yo soy un hombre de escasa imaginación y de escasa
inspiración. Por lo cual los disparadores para un texto narrativo son siempre
lecturas. Borges es mi escritor favorito, pero me pasa que no puedo releerlo,
porque me interrumpo encontrándome con una frase que me lleva a un cuento, que
tal vez no escribo, tan sólo me quedo imaginándolo, o sí y nace el cuento.
R.D.- Con Borges tuviste
bastante trato.
M.A.M. Sí. Borges me favoreció en
dos cosas: el hecho de ser un mocoso que no tenía la menor idea de quién era mi
interlocutor y de ese modo llegué a él sin demasiadas previsiones; y, por el
otro lado, por el hecho de ser suarence. Pues resulta que estando en
primer año de periodismo en La Plata resolví hacerle un reportaje a Borges.
Como si fuera a un jugador de fútbol cualquiera. Aún no conocía profundamente
su obra, me era familiar tan sólo por los reportajes. Vengo a la Biblioteca
Nacional, días antes que regresara al país Perón, 1973. Figura que no era
querida por Borges. Llego a las 10 u 11 de la mañana. Anuncio mi intención, me
dicen que probablemente no vendría porque estaba engripado, pero de todos modos
resuelvo esperarlo. A las 3 de la tarde la empleada que me recibió asomó la
cabeza y se acordó de mí. Me llamó con cierto remordimiento por el plantón y me
dice que Borges le acababa de avisar que no vendría, si deseaba llamarlo. Yo
por supuesto que dije que sí y me dio el tubo. Atienden, era Borges. Le
explique mi propósito, que era de un pueblo del interior y quería hacerle un
reportaje para publicar en el “Pregón rural”, el periódico de Coronel
Suárez. El nombre te dará idea de cuál era la dirección del diario y lo
interesados que estarían los que lo compraban de leer sobre Borges. Este me
dice que no podía pues estaba engripado y me pregunta de qué pueblo era. Le
digo y se hace un silencio. Luego agrega, “Caramba, yo soy ... Me dice
que vaya a su casa en Maipú y Marcelo T. de Alvear.
A raíz de los acontecimientos que estaba viviendo el
país, en Avda. de Mayo el colectivo se debió desviar por una manifestación, de
modo que llegué tardísimo. Borges me estaba esperando. Y de allí arrancó una
linda relación. Yo era un adolescente recién llegado a la Capital y le debo
haber preguntado muchas estupideces, pero él advirtió que estaban dichas desde
el desconocimiento. Porque era muy irónico con los que sentía que le pretendían
tomar el pelo. Que no era mi caso, el mío era el de un semianalfabeto en las
cuestiones borgianas.
C. O.- ¿Tomabas notas, era con
grabador, tenés esa cinta?
M.A.M. Sí tengo esa cinta. Creo
que Tacho Soto la tiene. Te imaginás lo qué es el diálogo de un adolescente con
Borges.
C.O.- Es histórico. Refleja ese
momento tuyo y la buena voluntad de él.
M.A.M.- Recuerdo que ese reportaje,
antes de publicarlo en el diario de mi pueblo, se lo comenté a la directora de
la revista Vosotras, con la que después
nos hicimos amigos, y como a Borges le había preguntado sobre el amor y me
contestó, “Cómo responderle de una manera pudorosa, a los 74 años no estoy
seguro de no estar enamorado”; la mujer me lo publicó y ese fue el título
de la nota. De modo que gracias a Borges comencé a trabajar en esa revista. De
modo que cuando necesitaba cambiar de trabajo, como una vez que se me ofreció
la chance de entrar en el Cronista Comercial, iba a ver a Borges y le decía que
necesitaba un nuevo reportaje para presentarlo en tal lugar y él accedía. Luego
comencé a visitarlo con mayor asiduidad.
R.D.- ¿Qué te gusta de lo cotidiano?
M.A.M. Sobre todo me gusta vivir.
Contrariamente de lo que se desprende de mi literatura. Creo que todos tenemos
dos caras. Todos somos ángeles y demonios, Abel y Caín. Unos pueden reprimir
una otros no pueden. Por ejemplo me dan que pensar los que atacan con cierta
vehemencia a determinadas minorías, por ejemplo a los homosexuales, cuando
presencio esto me da qué pensar si no tendrá este algo reprimido de eso mismo
que defenestra. O esos políticos que reclaman la pena de muerte contra un
criminal cualquiera y se me ocurre si no estará ese señor tapando su propia
criminalidad. Cuando se aprende que en la naturaleza de uno están latentes las
dos partes uno no se enoja tanto con los homosexuales porque asume que hay una
parte de homosexual en cada uno que se desarrolla o no, pero existe, hay un
asesino en cada uno de nosotros. Los escritores tenemos la ventaja de sublimar
esas partes en la literatura. Mi literatura es muy negra, muy oscura,
desesperanzada, y, sin embargo, yo no soy así. No soy ejemplo para nada, pero
en el caso de Kafka, cuya obra, valga la
redundancia es kafkiana, según la etimología del calificativo era
lo opuesto. Según Marc Bloch, su exégeta, él llegaba a una reunión y era el
centro de atracción por su alegría porque era divertido. Lo mismo en el caso de
Van Gogh que su fondo tormentoso y torturado no condice con su pintura.
Mi vida y mi literatura difieren mucho. Amo la vida.
Hace 45 días debuté como abuelo. A mis 47 años. Es un milagro inexplicable.
Cuando tuve a mi primera hija, la que ahora me hizo abuelo, tenía 21 años y
honestamente no me di cuenta de la magnitud de esa vida que me llegaba
inesperadamente. Entre lo que tenía que trabajar para parar la olla y la
velocidad con que pasó la vida no advertí que se trataba de un milagro y como tal
no tenía explicación. Y esto va más allá de las cuestiones de fe, de las
religiones, de que se crea o no en dios. No importa. Es un milagro. No hace
falta nada. Que algo no exista y que después de nueve meses aparezca con esa
perfección... ¡¡Es un milagro!! Y eso es lo que me hace pensar que la vida es
maravillosa... a pesar de uno incluso.
Por eso, vos me preguntás qué me gusta, me gusta
todo. Me encanta la mañana cuando me levanto, ver el sol y también si hay una
tormenta furiosa. Porque eso es la naturaleza, días lindos o días donde la
naturaleza está descontrolada con nubes que parecen que se nos van a caer
encima. Me gusta muchísimo la noche. Estamos bastante condicionados. Se cree
que si te gusta una cosa no te puede gustar la otra. Si te gusta la música
clásica entonces no puede gustar lo popular y viceversa. No es así. Porque lo
que hoy es clásico fue popular algún día. Lo mismo que la lengua culta, no
culta. Tenemos todo para gozarlo, pues gocémoslo.
R.D.- Sé también que te gusta
Serrat.
A.M.A.- Serrat para mí es un tipo
de mi familia. En cambio Piazzola, que también me gusta, es el maestro, lo veo
desde abajo. En cambio si me cruzara con Serrat le diría: “che, qué hacés
hermano”; y no lo vi más allá de una butaca. Porque hemos crecido con él.
Es el auténtico músico popular. Cuando musicaliza a Machado y Hernández muchos
dijeron que era blasfemo, yo en cambio creo que fue llevar la poesía a la gente común que nunca en su vida iba a
conocer a esos poetas. Como “Un epitafio para Joaquín Pasos”, un poema
de Ernesto Cardenal. Cuánta gente podía saber quién era Cardenal hace unos
años, bueno Serrat le puso música y lo difundió masivamente.
“EPITAFIO PARA JOAQUÍN PASOS”
Aquí pasaba a pie, por estas
calles,
sin empleo ni puesto y sin
un peso.
Solo poetas, putas y picados
conocieron sus versos.
Nunca estuvo en el
extranjero. Estuvo preso. Ahora está muerto.
No tiene ningún monumento,
pero recordadle cuando tengáis puentes de concreto,
grandes turbinas, tractores,
plateados graneros, buenos gobiernos.
Porque él purificó en sus
poemas el lenguaje de su pueblo
en el que un día se
escribirán los tratados de comercio,
la constitución, las cartas
de amor y los decretos.
M.A.M. – Viene a cuento de los
que afirmábamos anteriormente pues dice este poema que Joaquín Pasos escribía poemas con el
idioma con el que algún día se escribirán canciones de amor, decretos, o sea,
el habla popular. Y, del mismo modo ¿qué fue el Quijote en su momento? un texto
viciado de vulgarismos y de calamidades
literarias y hoy es la lengua culta. Y cuando Dante, que escribía en latín, lo
deja por la vulgata de la Divina Comedia, lo condenaron por ese atrevimiento,
que luego fue el italiano culto y que hoy tampoco existe en Italia. De modo que
hoy nos comunicamos con palabras vulgares que algún día fueron palabras
poéticas. Estamos usando palabras gastadas. El idioma es algo tan rico porque
lo estamos recreando constantemente.
Los chicos son maravillosos en eso. Tenemos la
palabra “trucha” que la usa todo el mundo e incluso está adoptada por la
Real Academia. La emplean los funcionarios, los presidentes al referirse a “documentos
truchos”. O sea, que adquirió una postura oficial, un status quo. Y es una
palabra muy “trucha”.
R.D.- Para terminar. Argentina y
los argentinos, qué opinás.
M.A.M.- Sólo voy a decir esto:
¿Cómo están la cosas? Mal. No voté a este ni a los que estuvieron antes. Si me
dan a elegir elijo otras opciones, pero tengo memoria y recuerdo lo que era
este país hace un año y medio; en que si alguien me hubiera dicho que iba a
haber un dólar a 2 pesos y pico y no se iba a ir a 7 ú 8 ó 10 como se
anunciaba; que el país atado con alambres iba a seguir unido de alguna manera;
que no iba a haber hiperinflación; que no nos íbamos a devorar el hígado los
unos a los otros; que íbamos a estar mínimamente contenidos; y que después de
lo que pasó en ese raro y mal utilizado “qué se vayan todos” y los
cacerolazos... íbamos a conseguir este atisbo de esperanza que tenemos, unos,
otros, todos, me parece hoy... yo no lo creía, sin embargo, aquí lo estoy
pensando.
Con lo cual me permito imaginar que nos tiene que ir
bien porque ya tocamos fondo y hay cierto consenso que nos dice desde el
sentido común que podemos opinar blanco,
negro o azul, pero opinémoslo juntos
porque separados y desde las trompadas no sirve. Me parece que estamos bien
rumbeados. Sin dejar de discutir pero dentro de esos parámetros comunes y
debajo de ese paraguas que se necesita para ser una democracia. Por eso digo
que en los últimos tiempos no he visto la gente con la esperanza que tiene en
este momento.
Soy un fanático del levantarme con optimismo. Mirá
lo que voy a decir, un pensamiento de autoayuda (risas). Si te levantás con
mala cara y predispuesto a que te vayan mal las cosas te van a ir mal. Si, en
cambio, te esforzás para levantarte bien, es muy probable que te vaya bien. Si
cuando éramos adolescentes íbamos a un baile y pensábamos que conoceríamos a
alguien que valdría la pena era probable que acertábamos, en cambio, si
suponíamos de entrada que íbamos a perder, seguro que rebotábamos toda la
noche. Si sos deportista y salís a la cancha con pesimismo, fracasás. Creo que
por primera vez estamos pensando que nos puede ir bien. Contrariamente a lo que
veníamos pensando. Me gustaría que nos vaya bien porque nos lo merecemos. Los
argentinos son buena gente cuando los agarrás de a uno, el problema es en masa.
Incluso somos muy de generalizar, pero si yo le pregunto a cada uno en la calle
“¿Usted es buena persona?” Todos nos consideramos buenas personas.
Porque lo somos. Algunos generalizan y dicen “¡Los argentinos cuando podemos
estafamos!” ¿Ustedes son estafadores? ¡Yo no soy estafador! Pasamos de ser
los mejores del mundo a la basura. Y no somos ni una cosa ni la otra. Por eso
soy absolutamente optimista.
R.D. – Un excelente mensaje para
terminar.
C. O.- Y aún nos quedó mucho por
charlar, más leyendas de Borges, de Piazzola. Además, las otras facetas: el
librero, el editor, sus programas radiales, de modo que habrá Morelli parte dos
cuando salga el próximo libro.
Cristina Oller - Ricardo Debeljuh
Compaginación Chalo Agnelli
Quilmes, mayo, 2003 - 26/4/2014
APÉNDICE DE DESPEDIDA PARA SIEMPRE
El viernes 21 de agosto de este
malhadado 2020, a la madrugada, en un sanatorio de La Colonia, Quilmes, murió
Miguel Ángel Morelli, tenía 65 años. La peste globalizada, impune, se llevó a
otra víctima. Genéticamente poeta: " escribo
porque no me queda más remedio... la poesía me asalta". Editor, periodista, 'borgiano', librero, padre, esposo... todo
bien amalgamado y sobrio, sin perder el gusto a las pequeñas cosas. El
periodismo se le manifestaba en el sutil manejo de la ironía (abrevada en la fuente
borgiana) Su ajustada y precisa visión de la realidad del país lo hacía
imprescindible a la hora de entender el absurdo del transcurrir argentino.
¿Quién
mejor que él para definirse? “Miro. Me espero. Me apoyo, por ejemplo, en la
contemplación de un paisaje, para ayudarme a encontrar por escrito lo que
todavía no conozco o no puedo estar conociéndolo como yo quisiera. Trato de no
sacarle la pureza a lo que me interroga o insiste en mí, desde hace mucho. Soy
lo que siento pensando, porque mientas pienso, puedo encontrarme mejor con lo
que vuelvo a sentir…”
Nos
reconocimos durante muchos años en diferentes circuitos: en la Sociedad
Italiana y las Ferias del Libro que allí se realizaban, en la SADE filial
Quilmes, en el Círculo de la Prensa, del que fue el último presidente, en
recitales, presentaciones, la publicación de dos de mis libros, en el intento
del “Grupo Sur”, autores en torno a su revista “Tiempo Sur” que fue un hito de
su factura, en la entrevista que le hicieron Cristina Oller y Ricardo Debeljuh
en el programa radial “Retratos en la Ciudad” que, transformado en libro, tuve
el acierto de desgrabar y transformar en letra escrita.
Era un optimista concienzudo. Amaba la vida, los libros, la gente. Tenía una visión lúcida de las cosas. La poesía lo pierde, la obra lo
gana. La librería, los libros se abrirán siempre con su nombre, de lunes a
viernes de 9 a 20 y los sábados… salvo algún recreo en la Quintana que estaba
en Mitre y Garibaldi. Ahora debe estar allí, en conciliábulo literario con
otros imprescindibles que se nos fueron pronto: Liliana Guaragno, Néstor
Telechea, Mac Gough, Oscar Tacho Soto…
Quilmes,
la poesía, los bibliófilos perdimos, por las crueldades que nos marcan para
siempre en la historia, una sustancial figura de nuestro Capital Social. (Chalo Agnelli)
Ausencia irreparable. Tristeza infinita.G. Linari
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