martes, 16 de junio de 2015

ROBERTO MONICAT - BAILARÍN CLÁSICO - MAESTRO DE DANZA - JULIO 2003


CRISTINA OLLER.- Comenzamos el diálogo con Roberto Monicat. Un señor de la danza. Un quilmeño que muchos conocen, otros no y otros tienen que redescubrir. Estando con una conocida surgió el tema de Roberto y me dije tenemos que convocarlo para Retratos en la ciudad. Y aquí está para charlar de lo que fue, de lo que hace y de los que seguirá haciendo, de todo. Una personalidad y su mundo.

RICARDO DEBELJUH.- Roberto comentaba fuera de micrófono que estaba un poco tenso y le dije que esta es una charla entre amigos con un micrófono, pero de casualidad. Se puede furciar tranquilamente. ¿Cómo fueron los comienzos? ¿Cómo fue elegida la danza? ¿Por qué?

ROBERTO MONICAT.- No es casualidad. Desde niño me gustó el movimiento, saltar. La mía era una familia de emigrantes europeos, autríacos y vascofranceses. Mi abuelo era profesor de violín. Fue director de orquesta en Gálvez, Santa Fe. Tuvo alumnos de reconocida trayectoria. Mi madre también tocaba el violín. De chicos escuchábamos ópera continuamente. Mi padre era un ávido lector. Un día entre sus libros encontré uno sobre danza y comencé a imitar la técnica con la ventaja de que mi físico se adaptaba con facilidad a eso. Así nació la vocación. Hice la escuela secundaria y cuando terminé resolví concretar mi vocación. Ayudado por un señor del Teatro Nacional que fue Roberto Amigo, un gran quilmeño, que me aleccionó para que fuera a las grandes academias de la Capital. Empecé con Érica Smedidova de allí pasé a María Ruanova que fue directora del teatro Colón. Con ella hicimos un viaje a Europa. Luego entré en un curso acelerado de hombres en el Colón. Y fui elegido para un rol protagónico en el ballet Usher. Los protagonistas principales eran la Ruanova y José Neglia. Yo hacía el doctor; rol que luego interpreté en París, en el teatro de los Champs Elisee. Allí conocí a lo mejorcito de la danza de aquel entonces como Olga Fontella, Barishnicof, Vasiliev, Nureyev. Y recibí técnicas de los mejores maestros. En otrora toda esta gente venía a nuestro Colón. Hoy está bastante desmerecido.

En definitiva conté con la base incomparable de mi hogar. En una época en que un bailarín varón era mirado con mucho prejuicios. Por suerte ahora no se tienen los pruritos que entonces. Entonces se puede emprender la profesión con mayor relajación.

C.O.- Ponenos fechas, Roberto. Cuando hablaste de María Ruanova, José Neglia, Usher. En que años fue.

R.M.- Hablamos de los 55; 59, que hicimos la primera gira a Perú. Yo intervine en las tres giras importantes que hizo el Colón. Que fueron en el 59 a Perú, en el 68 a París a un concurso de danza y en el 74, una gira diseñada por mí, hicimos toda Latinoamérica. En la de París fue cuando Neglia ganó la Estrella de Plata. Lamentablemente luego aconteció el lamentable accidente aéreo en el que además de él, murieron Olga Fontella y otros bailarines del Colón. Muchos años.

C.O.- Hermosos años. Pero no se repite ¿Por qué?

R.M.- Me acuerdo de las temporadas del año 47. En la que venían grandes cantantes, bailarines, lo mejorcito del mundo llegaba al Colón. Siempre a sala completa. Danza contemporánea, el Folies Berger. Además, estaban lo espectáculo españoles como Teresa y Luisillo, Rosario y Antonio, la faraona Carmen Amaya, todos. Y todo esto me nutría. Entre mis compañeros recuerdo a Elenita Frondizi que luego fue alumna mía en Wilde, donde tuve mi primer estudio. Con ella trabajamos en el ballet de la cubana Alicia Alonso, una virtuosa de la danza. Allí también tuve de alumna a una hija de Lanusse.

Luego me instalé en el Barrio Parque de Bernal por donde pasaron muchísimos alumnos. Di clases en la Sociedad Italiana Cristóforo Colombo. Me fascinó enseñar, puse en eso mi alma y mi vida.

... ... ...

C.O.- Escuchamos a Chopin en la Polonesa Opus 22 por la Orquesta Sinfónica de Radio Berlín. ¡Qué hermosa música! No te vamos a pedir que la dances, Roberto.

R.M.- Soy capaz.

R.D.- Vamos a tener el placer de comprobarlo cuando tengamos nuestro programa de televisión.

R.M.- Me gustaría que este programa diera pie para concretar un proyecto con el que sueño, la Escuela de Danza, Música y Canto. Es muy fácil realizarlo. Se necesita un predio, que puede ser de una herencia vacante. Con un piso adecuado pues tiene que tener flexibilidad, un piano, baños, vestuarios. Seleccionar al alumnado de acuerdo a la experiencia y  los años. Se podrían traer profesores quilmeños como Vera Stankaitis y de afuera. Vera es la más idónea en el ámbito de Quilmes. Ofelia de Temperley [1]se abocó más a la academia de baile que a la formación artística. Presenté este proyecto, pero no fue entendido. No es de prioridad según ellos.

R.D.- Es que la cultura en los últimos 15 años decayó significativamente. Pero este programa puede servir para que todos los que se interesan, sean cantantes, bailarines, músicos, se contacten se asocien y por peso propio se podría formalizar la idea.

R. M.- Lamentablemente los bailarines no tenemos la oportunidad de quedar en la memoria histórica como lo pueden hacer un plástico, un escritor, un músico, un escultor. Lo nuestro se esfuma en el aire. Por más que quede grabado en un video no es lo mismo. El sentir, la transustanciación del momento de la creación de un rol determinado no queda fijada en la imagen como lo sería en la presencia viva. Además, los filmes que he visto de bailarines de otros tiempos resultan ridículos pues cambió el físico, la técnica, el vestuario. No pasa lo mismo con la pintura con la obra literaria, la música con el paso del tiempo tiene más valor.

R. D.- ¿Recuerdos y anécdotas?

R. M.- Lindos eran aquellos en los que  a uno lo elegían para un rol. En los que hasta uno no dormía desde unos días antes. Feos los opuestos. Feos los cuidados que uno debía tener con el cuerpo, no era mi caso particular pues en poco tiempo podía adecuar mi cuerpo a las exigencias del rol, pero recuerdo que otros de mis compañeros sufrían mucho por eso. Buenos recuerdos tuve muchos y malos también.

C. O.- ¿Parteners, compañeros preferidos?

R.M.- Tamara Tumanova, Maria Ruanova, Barishnicof, Nijinsky, Marcova, Mickel Summers, Margot Fontain, muchos, muchos. Entre los coreógrafos Tamara Grigorieva, Miasin... ¡Maravillas!

R.D.- ¿Qué pasa detrás de escena? ¿Vivió situaciones insólitas o graciosas...?

R.N. - Recuerdo que en la ópera Boris Gudunov, en un baile de aldeanos, pierdo la peluca, todos se ponen alerta y en el tumulto me la encontraron, me la puse y seguí bailando, todo sin salir de escena. Otro caso el de “La Dama y el Unicornio” - una obra basada en unos tapices ingleses - yo estaba en la platea con Olga Ferri, en un momento que bailaban María Ruanova con Margarita Fernández; que suplía circunstancialmente a la Ferri, la titular del rol,  de pronto Margarita Fernández sufre una lesión, Olga Ferri se da cuenta y sale disparando, va al vestuario, se cambia y mientras tanto María Ruanova improvisaba una variación hasta que saliese la que vendría a ser la Dama. Todo sucedió en pocos minutos y salvo el público experto muchos no lo advirtieron.

Otras veces hacíamos maldades como durante la ópera Sansón y Dalila en que el palacio caía en ruinas y nosotros en el tumulto que se producía en la escena le tirábamos los pedazos de telgopor, que simulaban mampostería, al foso donde estaban los músicos.

C.O.- Querés mucho a Quilmes ¿No?

R.M.- Por supuesto. Nací en Quilmes y viví toda la vida aquí. Conocí el Quilmes de los 40; de los 50 ¡La vieja Ribera! Miro el edificio de la Casa de la Cultura, donde asistí a tantos bailes en esos hermosos salones; una obra arquitectónica de esa talla y se encuentra en un estado deplorable, prácticamente destruido; de la mampostería del frente y los techos salen yuyos, plantas descomunales. Es tristísimo. Como puede ser que estando la Escuela de Bellas Artes allí, donde asisten personas que quieren llegar a ser artistas, ellos mismos no han hecho un proyecto para recuperar ese edificio histórico. Y las autoridades ¿Qué han hecho? Prometen, pero no se concreta nada. Los museos, las plazas ¡Qué decir de las calles! Y como eso muchas cosas más...

R. D.- ¡Y hace poco se cayó un techo de uno de los salones de la Morel!

C.O.- Ese deterioro, vos contabas, que lo viste también en el Teatro Colón. Es el correlato de la Argentina de los últimos tiempos.

R.M.- La mediocridad nos invadió y esos, los mediocre, son los que obstaculizan la labor de los capaces, los idóneos.

C.O.- Aprender junto a vos, Roberto, fue una experiencia incalculable. De eso no hablamos nada. Fue delicioso. Te lo digo públicamente porque sos merecedor. Y volvé a la enseñanza. Ojalá que alguien haya escuchado tu proyecto de una Escuela de Danza, Música y Canto, con rigor artístico.

R.M. – Te agradezco y te digo que nunca creí que mis alumnos puedan tener aún tanto reconocimiento por lo que yo les di. Quizá porque lo hice con el alma y desde el amor. Esas actitudes son las que me sorprenden y me gratifican.

R.D. – Así con este intento que tiene Retratos en la Ciudad de reconocer y hermanar a todos los artistas y personalidades de la cultura quilmeña, te agradecemos la presencia y te despedimos hasta la próxima.

Cristina Oller y Ricardo Debeljuh
"Retratos en la ciudad" Julio de 2003
Desgrabación y compaginación Chalo Agnelli

NOTAS




[1] Ofelia Vidal Amat de Temperley. Nacida el 10 de abril de 1915. Bailarina y profesora de danzas de larga trayectoria educativa en esa disciplina en Quilmes. Falleció hace pocos años.

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