OSCAR POMETTI
(Cantantautor)
RICARDO DEBELJUH.- Hoy retrataremos a Oscar Pometti.
CRISTINA OLLER.- Háblenos del tango, Oscar.
OSCAR POMETTI.- Es la música más importante del mundo en el
ámbito popular. Hay tres ritmos que son los de mayor trascendencia en el mundo,
y esto dicho por académicos, no es una teoría mía, son: el jazz, la bossa nova
y el tango. Son músicas académicas. Si uno escucha, por ejemplo, tirolesa,
desde la armonía tiene dos acordes solos. Hasta un chico de seis años puede
tocarla con una guitarra. Es hermosa, pero no es de estudio. El tango es un
género académico y, además, creo que es el mayor del mundo. Primero por su
originalidad a nivel ritmo, armonía y melodía. Segundo, es el más completo por
su nivel poético.
Cuando se estudia música, armonía, composición, escuchás un
tango y lo tocás sin reflexionar mucho, pero un día te ponés a estudiar en
serio y ves lo que guarda, y decís “¡mamita querida!”. Y tiene un condimento más,
la emocionalidad. Otros géneros dan sensación de frialdad o son más
intelectuales. El tango tiene mucha
pasión, “¡te rompe la cabeza!”.
R.D.- ¿Cuáles fueron tus comienzos?
O. P.- Mi auténtico comienzo fue el patio de mi casa,
escuchando a mi viejo silbando. Porque vos sabés que cuando comencé a estudiar
música, revaloricé como silbaba mi viejo; lo hacía con una afinación perfecta.
En ese patio él se sentaba a escuchar tangos y yo lo acompañaba curioso. Así
comienza en mí el gusto por la música. Mi primera experiencia fue a los trece
años en un conjunto de folklore. Empecé
a tocar guitarra y a componer folklore fusión. Tocaba chacareras, zambas, un
tema de Silvio Rodríguez y un tango. En el 98, me llamaron de una orquesta de
Quilmes para hacer una gira por la Costa. Estaba en medio de una crisis
artística; no encontraba un rumbo claro dentro de la expresión y del canto. Aún
no había cantado nunca tango profesionalmente y acepté intentarlo.
Cuando fui al primer ensayo terminé enloquecido. Estuve
durante cuatro horas escuchando y cantando tango, y eso me produjo una
explosión. Me di cuenta de lo que quería cantar. Después de años de crisis, de
no encontrarme y de no hacer nada; de invitarme a cantar y no aceptar. Porque
consideraba que había que hacerlo con honestidad y no me creía preparado.
Además, el canto es una cuestión de amor. Si no se siente así no sirve, es como
decir “che te invito a salir con ésta piba” Si no se siente algo no será
una buena salida.
R.D.- ¿Cuál es tu visión de la música hoy?
O.P.- Hay un rasgo propio del mundo actual, la hiper
información. Para el arte es un poco complejo porque está más cerquita del
silencio y tanta información, con tanto ruido; demasiada música foránea; lleva
a los artistas nacionales a la dispersión. A mí me pasó.
Me llevó a una dispersión, interesante por un lado, para
cantar jazz, pop, folklore, tango, blues y fusión. Eso me ha permitido por
ejemplo, acompañar en distintos géneros a los alumnos en los talleres de
música. Eso está bien. Pero desde el enfoque profesional es una época delicada.
Otro aspecto fundamental es el tema de la raíz. En líneas generales se hace
música sin raíz. Creo que todo esto tiene que ver con “los 2000”. Antes una
persona interpretaba “su” música. No por una cuestión nacionalista, más bien
por una condición natural. Ahora parece que se intenta volver a hacer una sola
música; y el tango es único.
C. O.- ¿Cuál fue tu primer trabajo discográfico?
O. P.- Cuando me inicié en aquella orquesta, hacíamos
distintos temas. Me llamaba mucho lo romántico. Desde siempre tuve gusto por
una temática emparentada con lo romántico. Cuando se disolvió la orquesta, por
cuestiones horarias de los integrantes, surgió la idea de encarar un disco
romántico ya como solista. Y así nació “Tangos de amor”, que me dio
bastantes alegrías, puesto que estuvo entre los mejores discos del año en los
premios “Carlos Gardel” y fue nominado a
los Grammy Latinos en EEUU. Fue un pequeño aporte a la visión romántica
del tango.
R. D.- ¿Quiénes te acompañan en tu espectáculo?
O. P.- En el espectáculo que presento me acompaña uno de los
mejores guitarristas de tango del momento: Edgardo Acuña, y, además, director
general musical del disco “Tangos de amor”. Y en la faz fotográfica,
tanto del disco como en las muestras que a veces acompañan las presentaciones,
Marcela Otegui, mi mujer, mi compañera y mi amor.
C.O.- ¿Quiénes son tus referentes?
O. P.- Un referente natural es Gardel. Es el número uno y el
inventor del tango. Pensemos que cuando comenzó a cantar, no se cantaba tango.
Se tocaba un tango medio pajuerano, todo en negra. El tango riquísimo, “la
canción” nace con “Mi noche triste”
en 1917, un tema de Contursi con Castriota. Lo inventó Gardel. Esa cosa de “percanta
que me amuraste en lo mejor de mi vida...”
El grababa en una época donde no se podía hacer una segunda
vuelta. Se hacía una única grabación, todo de una, con los guitarristas cerca
del micrófono y él todo en vivo. Y uno no le escucha un pifie, una
desafinación. No se le escucha una palabra mal puesta que no tenga que ver con
lo que está interpretando. Era un genio. Después, en el 30, Gardel empezó a
componer porque lo necesitaba para las películas, y compuso “Cuesta abajo”,
“El día que me quieras”, “Volver”, “Soledad”. Sí, hablar de tango es como
hablar de fútbol, no se puede hacer sin que aparezca Maradona y después
hablamos. Es lo mismo, siempre aparece Gardel.
A otro que admiro enormemente es a Troilo, un gran
compositor. Cantantes: Goyeneche, “el polaco”, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero. ¿Y
cómo dejar afuera a Piazzola? . Y
poetas: Manzi, Cátulo Castillo, Homero Espósito, José María Contursi. Es una
recorrida por el siglo a grandes pasos, hay más, por supuesto.
R.D.- ¿Te gusta componer?
O. P.- Si te digo que componer es un paseo por el paraíso,
con eso lo digo todo. Componer es el vacío total y el lleno total. Y es
eso de descubrir, de encontrar... y cuando lo vas haciendo, el proceso, es
maravilloso. Ahora tengo la suerte de estar trabajando con los números uno del
tango y la poesía - menos Ferrer y Eladia Blázquez, que son personas muy
ocupadas, y no veo la hora de que hagamos algo juntos - Héctor Negro, un capo,
Alejandro Schwagman, Ernesto Pierro, del que Raúl Lavié acaba de editar un CD
con seis temas.
Así que esa cosa de escribir, mostrarlo, charlarlo, esperar
la letra, empezar el nuevo disco, no es para compararlo con un hijo, pero es
más o menos como un sobrino.
C.O.- ¿Cuál será tu nuevo trabajo o con qué temática lo
abordarás?
O.P.- Alguien puede imaginar que vamos a hacer “Tangos
de amor 2”, pero yo no lo siento. No me sale repetirme. La temática del
nuevo trabajo va a ser más tanguera. El primero fue un disco concebido desde lo
romántico. Ahora, va a estar: “Que me van a hablar de amor”, “Milonga
sentimental”, va a haber seis temas clásicos y seis nuestros. Digo nuestros
porque va a haber temas con Edgardo Acuña, como “Tango azul”.
R.D.- “Grisel” es un tango que te gusto mucho
¿Verdad? ¿Conocés su historia?
C.O.- ¿Qué momentos recordás con más cariño, en tu vida
profesional?
O.P.- Sí, es un tango que contiene una historia real.
Contursi, era un hombre casado que tuvo un problema de asma y viajó a Córdoba
para curarse. En la hostería donde paró durante tres meses vivía Grisel. Había
sido reina de Capilla del Monte, a los pies del Uritorco. Y se enamoraron, pero
él no se animó a continuar la relación. Volvió a su casa y escribe el tango
Grisel en el momento de separación. Cuando la volvió a buscar, ella, de bronca,
se había casado con otro. Un matrimonio que concebido desde el despecho. Pero
Contursi queda viudo joven y coincidentemente Grisel también. Tenían cuarenta y
pico cada uno cuando se volvieron a encontrar, se casaron y fue su esposa
durante los últimos veinte años de su vida. Esa es la historia de Grisel.
O.P.- Por suerte, muchos. Uno de ellos fue cuando tocamos
en el Teatro San Martín, en su hall Central. Ese es un lugar bastante difícil,
es complejo para un artista trabajar ahí, porque ese espacio está pensado para
convocar a la gente que sale de las salas.
Se lanza el show en el momento que terminan las obras y
salen miles de personas hablando, comentando lo que vieron, mientras el show
intenta retener a la gente en el vestíbulo. De buenas a primeras tenés que
hacer la presentación con cuatro mil personas en esas condiciones de
distracción y ruidos. Pero lo nuestro, en esa oportunidad, fue una cuestión
mágica. Algo sagrado. La gente se acercaba, iba haciendo silencio y se empezó a
generar el mismo clima que en un teatro o en Polaridades o en Casa de Arte Doña
Rosa de Quilmes.
Un día también, muy hermoso, fue el de la muestra de
fotografías de mi señora, Marcela Otegui, que si bien no hicimos un show
completo, fue algo hermoso.
C.O.- ¿Crees que hay referentes afectivos perdurables en la
vida vertiginosa de hoy?
O.P. - El apuro y la necesidad para ir a buscar “el mango”
y encontrarlo, con lo difícil que es, requieren de uno una permanencia full
time. El trabajo hay que cuidarlo. Además, se agrega la hiper información, esto
de la Internet, más el consumismo. Todo esto hace que uno se olvide de los
referentes y ya no hay tiempo de visitar a los abuelos, a los amigos, hay que
irse del país porque acá no hay trabajo, afuera se gana mejor. Y se comienzan a
dar generaciones de chicos sin abuelos, sin afectos originarios, sin raíces. A
mis dos hijas les decimos siempre que los besitos que dan los abuelos y los
padres son tesoros que perduran toda la vida. No tener a los abuelos es una
porción menos de los tesoros que la vida retacea a los chicos.
R.D.- Bueno, Pometti, muchas gracias por tu arte y por esto
de compartir tu historia con nosotros.
CD: "Profecía en Tango" noviembre 2005/julio 2006
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