lunes, 7 de julio de 2014

OSCAR POMETTI - OCTUBRE 2003

Recientemente EL QUILMERO comenzó a reproducir las páginas de RETRATOS EN LA CIUDAD, que concretaron Cristina Oller y Ricardo Debeljuh en su programa radial, con las palabras y el recuerdo de uno de los grandes de las artes plásticas quilmeñas ALDO SEVERI, siguió luego la elocuente personalidad de don ÉLIDO SCIAN y ahora reproducimos la música y la voz del tango, OSCAR POMETTI. Si bien estas historias tienen poco más de 10 años, bien vale reconstruir momentos del pasado, para confirmar la continuidad, la fuerza creciente de la pasión, la sensibilidad creadora y la fidelidad con sí mismo de aquellos que aquí repoduce EL QUILMERO. (Chalo Agnelli)

OSCAR POMETTI
(Cantantautor) 
RICARDO DEBELJUH.- Hoy retrataremos a Oscar Pometti.
CRISTINA OLLER.- Háblenos del tango, Oscar.
OSCAR POMETTI.- Es la música más importante del mundo en el ámbito popular. Hay tres ritmos que son los de mayor trascendencia en el mundo, y esto dicho por académicos, no es una teoría mía, son: el jazz, la bossa nova y el tango. Son músicas académicas. Si uno escucha, por ejemplo, tirolesa, desde la armonía tiene dos acordes solos. Hasta un chico de seis años puede tocarla con una guitarra. Es hermosa, pero no es de estudio. El tango es un género académico y, además, creo que es el mayor del mundo. Primero por su originalidad a nivel ritmo, armonía y melodía. Segundo, es el más completo por su nivel poético.
Cuando se estudia música, armonía, composición, escuchás un tango y lo tocás sin reflexionar mucho, pero un día te ponés a estudiar en serio y ves lo que guarda, y decís “¡mamita querida!”. Y tiene un condimento más, la emocionalidad. Otros géneros dan sensación de frialdad o son más intelectuales.  El tango tiene mucha pasión, “¡te rompe la cabeza!”.
R.D.- ¿Cuáles fueron tus comienzos?
O. P.- Mi auténtico comienzo fue el patio de mi casa, escuchando a mi viejo silbando. Porque vos sabés que cuando comencé a estudiar música, revaloricé como silbaba mi viejo; lo hacía con una afinación perfecta. En ese patio él se sentaba a escuchar tangos y yo lo acompañaba curioso. Así comienza en mí el gusto por la música. Mi primera experiencia fue a los trece años en un  conjunto de folklore. Empecé a tocar guitarra y a componer folklore fusión. Tocaba chacareras, zambas, un tema de Silvio Rodríguez y un tango. En el 98, me llamaron de una orquesta de Quilmes para hacer una gira por la Costa. Estaba en medio de una crisis artística; no encontraba un rumbo claro dentro de la expresión y del canto. Aún no había cantado nunca tango profesionalmente y acepté intentarlo.
Cuando fui al primer ensayo terminé enloquecido. Estuve durante cuatro horas escuchando y cantando tango, y eso me produjo una explosión. Me di cuenta de lo que quería cantar. Después de años de crisis, de no encontrarme y de no hacer nada; de invitarme a cantar y no aceptar. Porque consideraba que había que hacerlo con honestidad y no me creía preparado. Además, el canto es una cuestión de amor. Si no se siente así no sirve, es como decir “che te invito a salir con ésta piba” Si no se siente algo no será una buena salida.
R.D.- ¿Cuál es tu visión de la música hoy?
O.P.- Hay un rasgo propio del mundo actual, la hiper información. Para el arte es un poco complejo porque está más cerquita del silencio y tanta información, con tanto ruido; demasiada música foránea; lleva a los artistas nacionales a la dispersión. A mí me pasó.
Me llevó a una dispersión, interesante por un lado, para cantar jazz, pop, folklore, tango, blues y fusión. Eso me ha permitido por ejemplo, acompañar en distintos géneros a los alumnos en los talleres de música. Eso está bien. Pero desde el enfoque profesional es una época delicada. Otro aspecto fundamental es el tema de la raíz. En líneas generales se hace música sin raíz. Creo que todo esto tiene que ver con “los 2000”. Antes una persona interpretaba “su” música. No por una cuestión nacionalista, más bien por una condición natural. Ahora parece que se intenta volver a hacer una sola música; y el tango es único.
C. O.- ¿Cuál fue tu primer trabajo discográfico?
O. P.- Cuando me inicié en aquella orquesta, hacíamos distintos temas. Me llamaba mucho lo romántico. Desde siempre tuve gusto por una temática emparentada con lo romántico. Cuando se disolvió la orquesta, por cuestiones horarias de los integrantes, surgió la idea de encarar un disco romántico ya como solista. Y así nació “Tangos de amor”, que me dio bastantes alegrías, puesto que estuvo entre los mejores discos del año en los premios “Carlos Gardel” y fue nominado a  los Grammy Latinos en EEUU. Fue un pequeño aporte a la visión romántica del tango.
R. D.- ¿Quiénes te acompañan en tu espectáculo?
O. P.- En el espectáculo que presento me acompaña uno de los mejores guitarristas de tango del momento: Edgardo Acuña, y, además, director general musical del disco “Tangos de amor”. Y en la faz fotográfica, tanto del disco como en las muestras que a veces acompañan las presentaciones, Marcela Otegui, mi mujer, mi compañera y mi amor.
C.O.- ¿Quiénes son tus referentes?
O. P.- Un referente natural es Gardel. Es el número uno y el
inventor del tango. Pensemos que cuando comenzó a cantar, no se cantaba tango. Se tocaba un tango medio pajuerano, todo en negra. El tango riquísimo, “la canción” nace con “Mi  noche triste” en 1917, un tema de Contursi con Castriota. Lo inventó Gardel. Esa cosa de “percanta que me amuraste en lo mejor de mi vida...”
El grababa en una época donde no se podía hacer una segunda vuelta. Se hacía una única grabación, todo de una, con los guitarristas cerca del micrófono y él todo en vivo. Y uno no le escucha un pifie, una desafinación. No se le escucha una palabra mal puesta que no tenga que ver con lo que está interpretando. Era un genio. Después, en el 30, Gardel empezó a componer porque lo necesitaba para las películas, y compuso “Cuesta abajo”, “El día que me quieras”, “Volver”, “Soledad”. Sí, hablar de tango es como hablar de fútbol, no se puede hacer sin que aparezca Maradona y después hablamos. Es lo mismo, siempre aparece Gardel. 
A otro que admiro enormemente es a Troilo, un gran compositor. Cantantes: Goyeneche, “el polaco”, Floreal Ruiz, Edmundo Rivero. ¿Y cómo dejar afuera a Piazzola? .  Y poetas: Manzi, Cátulo Castillo, Homero Espósito, José María Contursi. Es una recorrida por el siglo a grandes pasos, hay más, por supuesto.
R.D.- ¿Te gusta componer?
O. P.- Si te digo que componer es un paseo por el paraíso, con eso lo digo todo. Componer es el vacío total y el lleno total. Y es eso de descubrir, de encontrar... y cuando lo vas haciendo, el proceso, es maravilloso. Ahora tengo la suerte de estar trabajando con los números uno del tango y la poesía - menos Ferrer y Eladia Blázquez, que son personas muy ocupadas, y no veo la hora de que hagamos algo juntos - Héctor Negro, un capo, Alejandro Schwagman, Ernesto Pierro, del que Raúl Lavié acaba de editar un CD con seis temas.
Así que esa cosa de escribir, mostrarlo, charlarlo, esperar la letra, empezar el nuevo disco, no es para compararlo con un hijo, pero es más o menos como un sobrino.
C.O.- ¿Cuál será tu nuevo trabajo o con qué temática lo abordarás?
O.P.- Alguien puede imaginar que vamos a hacer “Tangos de amor 2”, pero yo no lo siento. No me sale repetirme. La temática del nuevo trabajo va a ser más tanguera. El primero fue un disco concebido desde lo romántico. Ahora, va a estar: “Que me van a hablar de amor”, “Milonga sentimental”, va a haber seis temas clásicos y seis nuestros. Digo nuestros porque va a haber temas con Edgardo Acuña, como “Tango azul”.
R.D.-Grisel” es un tango que te gusto mucho ¿Verdad? ¿Conocés su historia?
C.O.- ¿Qué momentos recordás con más cariño, en tu vida profesional?
O.P.- Sí, es un tango que contiene una historia real. Contursi, era un hombre casado que tuvo un problema de asma y viajó a Córdoba para curarse. En la hostería donde paró durante tres meses vivía Grisel. Había sido reina de Capilla del Monte, a los pies del Uritorco. Y se enamoraron, pero él no se animó a continuar la relación. Volvió a su casa y escribe el tango Grisel en el momento de separación. Cuando la volvió a buscar, ella, de bronca, se había casado con otro. Un matrimonio que concebido desde el despecho. Pero Contursi queda viudo joven y coincidentemente Grisel también. Tenían cuarenta y pico cada uno cuando se volvieron a encontrar, se casaron y fue su esposa durante los últimos veinte años de su vida. Esa es la historia de Grisel.
O.P.- Por suerte, muchos. Uno de ellos fue cuando tocamos en el Teatro San Martín, en su hall Central. Ese es un lugar bastante difícil, es complejo para un artista trabajar ahí, porque ese espacio está pensado para convocar a la gente que sale de las salas.
Se lanza el show en el momento que terminan las obras y salen miles de personas hablando, comentando lo que vieron, mientras el show intenta retener a la gente en el vestíbulo. De buenas a primeras tenés que hacer la presentación con cuatro mil personas en esas condiciones de distracción y ruidos. Pero lo nuestro, en esa oportunidad, fue una cuestión mágica. Algo sagrado. La gente se acercaba, iba haciendo silencio y se empezó a generar el mismo clima que en un teatro o en Polaridades o en Casa de Arte Doña Rosa de Quilmes.
Un día también, muy hermoso, fue el de la muestra de fotografías de mi señora, Marcela Otegui, que si bien no hicimos un show completo, fue algo hermoso. 
C.O.- ¿Crees que hay referentes afectivos perdurables en la vida vertiginosa de hoy?
O.P. - El apuro y la necesidad para ir a buscar “el mango” y encontrarlo, con lo difícil que es, requieren de uno una permanencia full time. El trabajo hay que cuidarlo. Además, se agrega la hiper información, esto de la Internet, más el consumismo. Todo esto hace que uno se olvide de los referentes y ya no hay tiempo de visitar a los abuelos, a los amigos, hay que irse del país porque acá no hay trabajo, afuera se gana mejor. Y se comienzan a dar generaciones de chicos sin abuelos, sin afectos originarios, sin raíces. A mis dos hijas les decimos siempre que los besitos que dan los abuelos y los padres son tesoros que perduran toda la vida. No tener a los abuelos es una porción menos de los tesoros que la vida retacea a los chicos.
R.D.- Bueno, Pometti, muchas gracias por tu arte y por esto de compartir tu historia con nosotros.    
CD: "Profecía en Tango" noviembre 2005/julio 2006

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