TACHO SOTO.- Vengo de un Quilmes pueblerino donde
todos nos conocíamos. Existía la siesta como un ritual común de la gente del
barrio. Mi inicio en la música fue en la percusión. Entonces, juntaba en el
fondo de casa un montón de latas, los platillos eran las tapas de las ollas,
para malestar de mi madre, y hacía un ruido terrible. Los vecinos salían
protestando de todos lados “¡Tachos, tachos, dejá esos tachos!” y ahí
quedó el apodo.
C. O.- Pero
después tomaste la guitarra…
T. S.- Sí. Y seguí haciendo ruido. Fue cuando me
dediqué a plantar árboles. Tomé la guitarra de chiquito. Empecé a estudiar en
el legendario Instituto Williams. Una escuela extremadamente avanzada, pero
tenía el problema que a las piezas que me daban les aplicaba cosas mías. Al año
me echaran. Como era muy callado, mi
madre se preocupó mucho y me dijo: ”¿Cómo gustándote tanto la guitarra hacés
esto?” Por supuesto que no le podía
contestar por que como dije era muy introvertido y, además, no sabía por
qué le adosaba cosas propias a los temas
de estudio. Lo hacía sin proponérmelo.
RICARDO DEBELJUH.- ¿Naciste artista o te fuiste
haciendo mientras elegías rumbos?
T.
S.- No sé si soy un artista. Me parece que artista es mucha gente que admiro
mucho. Por ejemplo a Carlos Gardel, que lo aprendí de
escuchar de chico, con mi padre. Amo a Mozart porque lo amaba mi madre. En un comienzo ambos músicos no me dejaron escuchar otra cosa, acapararon mi atención casi totalmente. Me defino como un buscador de sueños. Algunos de ellos se han concretado. Peleé por ellos, me gustaba la guitarra, decir cosas, quería cantar y era muy chico cuando comencé a recorrer el país para buscar los motivos y temas para los cuales cantar. Me hice esta idea a medida que fui haciendo de lo mío un sueño, o sea, soy un cumplidor de sueños nada más. Artista no me considero ni lo seré jamás. Porque artista es la gente que cuando la escucho, la veo, me emocionan y me hacen llorar, me pasa con Atahualpa Yupanqui y otros creadores a los que le ha costado tanto como Suma Paz, de una talla que a mí me pueden. Artista es una palabra que me suena muy grande.
escuchar de chico, con mi padre. Amo a Mozart porque lo amaba mi madre. En un comienzo ambos músicos no me dejaron escuchar otra cosa, acapararon mi atención casi totalmente. Me defino como un buscador de sueños. Algunos de ellos se han concretado. Peleé por ellos, me gustaba la guitarra, decir cosas, quería cantar y era muy chico cuando comencé a recorrer el país para buscar los motivos y temas para los cuales cantar. Me hice esta idea a medida que fui haciendo de lo mío un sueño, o sea, soy un cumplidor de sueños nada más. Artista no me considero ni lo seré jamás. Porque artista es la gente que cuando la escucho, la veo, me emocionan y me hacen llorar, me pasa con Atahualpa Yupanqui y otros creadores a los que le ha costado tanto como Suma Paz, de una talla que a mí me pueden. Artista es una palabra que me suena muy grande.
R. D.- Pero te queda bien ...
C. O.- Crees que te queda
holgada pero no es así.
T. S.- No es por modestia ni humildad lo que digo.
Cuchi Leguizamón decía los humildes son canallas bien reales.
R. D.- ¿Cuando vas a
componer un tema musical o a interpretarlo, te sentís más cómodo hacerlo cuando
es dramático o cuando es alegre?
T. S.- Yo hago pequeñas historias que me gustan. Por
ejemplo me gusta lo que hace Sabina, Rubén Blades. Soy de buscar personajes
para confeccionarlas. En este momento tengo un personaje
quilmeño que es una maravilla, es un tipo impecable, el peluquero Pichón Cacaldo. Un hombre que me honra con su amistad, tanto él como Ana María su mujer. Este hombre que ha vivido a Quilmes en todas las maneras es la gente que a mí me inspira. Basado en él estoy haciendo una tarea musical que espero poder grabarla, donde van a aparecer viejos temas que le compuse a nuestra ciudad. Aparece el Quilmes de los años 30 y 40, con una riqueza de personajes de esa época, que me encanta rescatar. Porque hacen a las raíces de quiénes somos hoy. Nuestra identidad. Todo eso tiene una carga melodramática y anécdotas humorísticas. Se envuelve en un tema y me permite manejar lo dramático de la vida. Me gusta el drama, porque el folklore al principio era una música más paisajista, pero a partir del nuevo cancionero latinoamericano, se introdujo el hecho dramático en la vida del hombre.
quilmeño que es una maravilla, es un tipo impecable, el peluquero Pichón Cacaldo. Un hombre que me honra con su amistad, tanto él como Ana María su mujer. Este hombre que ha vivido a Quilmes en todas las maneras es la gente que a mí me inspira. Basado en él estoy haciendo una tarea musical que espero poder grabarla, donde van a aparecer viejos temas que le compuse a nuestra ciudad. Aparece el Quilmes de los años 30 y 40, con una riqueza de personajes de esa época, que me encanta rescatar. Porque hacen a las raíces de quiénes somos hoy. Nuestra identidad. Todo eso tiene una carga melodramática y anécdotas humorísticas. Se envuelve en un tema y me permite manejar lo dramático de la vida. Me gusta el drama, porque el folklore al principio era una música más paisajista, pero a partir del nuevo cancionero latinoamericano, se introdujo el hecho dramático en la vida del hombre.
C.O.- Compositor, dramaturgo
de la música, ecologista; muchas cosas que te hacen un creador, en definitiva,
un artista. Gracias por "Árboles por la vida", en la próxima charla nos podremos explayar al respecto.
"Quilmes, siempre Quilmes en la vida de Tacho por el mundo,
inquieto, creador, juglaresco forjador de árboles, bajo los que se despereza y
se alivia la vida de la canícula matutina y el chaparrón inesperado, donde los
pájaros anidan para que él les copie la armonía que constantemente les nace
allá en un río en el sur... "
Cristina Oller y Ricardo Debeljuh
Desgrabación y compaginación Chalo Agnelli
Quilmes, mayo de 2003
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